sábado, 18 de mayo de 2013

LA ERMITA DE SANTA BÁRBARA DE LA CODOÑERA

   El cabezo de Santa Bárbara fue el primer poblado estable de La Codoñera durante la I Edad del Hierro ( 700 a 500 a. C. ). Por su estratégica situación, fue también aprovechado por los íberos hasta que forzados por los romanos fueron obligados a abandonar el lugar e instalarse en el llano.

La costrucción de la ermita

   La primera fuente documental acerca de la ermita de Santa Bárbara, tiene fecha del 30 de noviembre de 1387, cuando el arzobispo D. García Fernández de Heredia dio permiso a los Jurados y honrados hombres de La Codoñera para que "vista la especial devoción del lugar de Santa Bárbara Virgen..." se construya y edifique una ermita en honor a Santa Bárbara, con facultad para celebrar los oficios divinos. Los Jurados fueron obligados a firmar un documento notarial por el que se comprometían a su posterior mantenimiento y a proveerla de "un libro misal, cáliz de plata con su patena, ara consagrada, manteles de lino, ornamentos sacerdotales, campanilla, lámpara encendida y demás cosas necesarias".
El 11 de diciembre de 1400, el Arzobispo concedió licencia para trasladar un campanillo desde la iglesia parroquial a la ermita. Un año más tarde, el 17 de agosto de 1401, se construyó un altar dedicado a San Bernardo. En 1576, se concedió permiso para proceder a su reedificación, dado que las paredes por su antigüedad amenazaban ruina, por lo cual fue preciso trasladar los dos altares que había en ella.
La ermita, es una pequeña edificación de cantería y manpostería de planta rentangular con una sola nave. En su interior, se descubren tres grandes arcadas y un último arco apuntado que enmarca el presbiterio del siglo XVI, detrás se lee la fecha del año 1575. Exteriormente posee un atrio de tres arcadas y un pequeño campanario de espadaña. En el siglo XVII, la ermita volvió a ser reformada. Hasta su destrucción en 1936, en la decoración interna de la ermita figuraban unos frescos representando a la Virgen recogiendo con un lienzo el cuerpo de Cristo en el Sepulcro, dos estatuas policromadas de ángeles armados con lanzas situadas en ambos lados del altar, bronces y un retablo con columnas salomónicas.

Mantenimiento de la ermita y del ermitaño

   La devoción a Santa Bárbara se materializa con frecuencia en las disposiciones testamentarias de los habitantes de La Codoñera a lo largo de los siglos XVI y XVII, en los que se asigna una pequeña cantidad ( 1 ó 2 sueldos ) para contribuir al sostenimiento de la ermita. El prior, mayoral y cofrades de la Cofradía de Nuestra  Señora y San Valero de La Codoñera, acostumbraban a recoger anualmente para la ermita de Santa Bárbara seis cahíces de trigo. Esta situación se mantuvo hasta el año 1647, cuando los Jurados y Concejo propusieron destinar el importe de estas rentas a la contratación de un maestro que enseñara a leer a los niños, para lo cual solicitaron y obtuvieron el correspondiente permiso del Vicario General. A finales del siglo XVIII, el arriendo de los bienes de Propios por parte del Concejo ( molino de aceite, mesón, horno, primicias y otros ) comprendía entre la sobligaciones estipuladas el gasto de 10 libras para repasar y mantener algunos edificios singulares, entre los que figuraba la ermita de Santa Bárbara y el hospital.
Del cuidado del camino y del mantenimiento de la ermita, se encargaba un ermitaño o ermitaña que tenía una pequeña vivienda adosada a la ermita. Este cargo, era poseído por personas de costumbres muy pías que vivian de las limosnas populares. En el contrato de arrendamiento de carne del año 1818, figuraba la obligación de dar un menudo mensual al ermitaño de Santa Bárbara. Los domingos, pasaba por las casas dando un golpe en las puertas a la voz de " Ave María Purísima ". Todos los días del año, excepto los domingos, el ermitaño tocaba la campana de la ermita a las 11 y 14 horas, marcando el horario de trabajo agrícola. En la década de los años sesenta  falleció el último ermitaño, Manuel Cardete. Actualmente el mantenimiento de la ermita corre a cargo del Ayuntamiento.

La devoción

El primer documento notarial en que aparece el nombre de una mujer llamada Bárbara se remonta al año 1507. En un acta notarial del año 1574, se menciona el funcionamiento de una lumbría dedicada al culto de Santa Bárbara. A lo largo del siglo XVII, se acentuó el culto a Santa Bárbara en toda la comarca, creándose cofradías  en muchos pueblos, que la tomaron como abogada en la hora de la muerte  y protectora contra rayos, centellas y tempestades. En 1735, se fundó una nueva cofradía bajo la invocación de Santa Bárbara, que contaba con el nombramiento de un Prior Eclesiástico y de 30 cofrades que cuidaba de la economía. Con tal motivo, el Papa Clemente XII dictó una Bula  en la que otogaba diversas Indulgencias  a los nuevos cofrades, y a quienes visitaren y oraren en la ermita el día de su fiesta y en otras cuatro fechas del año a elegir por los mismos cofrades. Durante la semana anterior a su fiesta ( 4 de diciembre ) se celebraba la  Novena de Santa Bárbara solicitando su protección. Una inscripción gravada en las paredes de la ermita, conservaba hasta la restauración que siguió a la terminación de la Guerra Cicil, decía:

                                                          Bárbara, Virgen  gloriosa.
                                                          Válganos tu proteción.
                                                          Ahora y en toda ocasión.
                                                          De las tempestades furiosas.

Antiguamente, durante la celebración del Viernes Santo, cuando la procesión del Vía Crucis llegaba al Calvario, se encendía una enorme hoguera que los mozos  del pueblo habían instalado en la roca conocida como La Predicadora en la ladera de Santa Bárbara. Actualmente, el culto a la Santa se limita a la celebración de la Pascua.

Las visicitudes de los últimos 150 años

La ermita, con sus pequeños campos anexos fue afectada por las desamortizaciones de Mendizabal en 1835 y Madoz en 1855. Estas propiedades no fueron adjudicadas, y en 1865 se instó el correspondiente expediente para recuperar los bienes no vendidos por el Estado. La finca de la ermita de Santa Bárbara con sus olivos, poseía una renta anual de 20 reales de vellón, con la carga de contribuir a la conservación de la ermita.
La persecución religiosa de comienzos de la Guerra Civil, también afectó a la ermita que fue quemada con todo su contenido a primeros de agosto de 1936. El 26 de noviembre, ante la solicitud de metales  para fabricar armas se desmontó la pequeña campana  de Santa Bárbara que fue cargada a un camión para ser fundida. El 19 de marzo de 1938, cuando las tropas italianas  luchaban por entrar en La Codoñera, la ermita sufrió los ataques de su aviación y artillería. Por su privilegiada situación, el lugar pasó a ser el cuartel general  de la división italiana Littorio y de 15 nacionalista del general García Escámez, así como puesto de observación de su artillería siendo entonces el blanco del fuego republicano. En 1939, por los daños sufridos, la ermita fue catalogada como " destruida leve ", con unos daños estimados en 1.000 pesetas. La primera reparación de estos daños se produjo en 1943, posteriormente en 1985 y 1991 se realizaron nuevas obras de acondiconamiento y restauración, abriendo una pista de acceso para vehículos. 


         Artículo publicado el 11 de abril de 2003 en el períodico de La Hora del Bajo Aragón

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