miércoles, 23 de marzo de 2022

LOS PRESUNTOS FUSILAMIENTOS DE CABRERA EN LA CODOÑERA

 



    En 1845 los políticos liberales Cabello, Santa Cruz y Temprado publicaron la Historia de la guerra última en Aragón y Valencia y dieron a conocer al público la noticia objeto del presente artículo. A primeros de julio de 1835, los carlistas, al mando de Cabrera y Forcadell, atacaron el pueblo de Zorita, población que estaba defendida por 8 miembros de la milicia nacional y 25 soldados desplazados desde Valencia. Después de un corto tiroteo, los defensores pactaron la capitulación, la entrega de armas y el poder marchar libremente a sus casas. El relato de los hechos dice: "Cumpliose lo pactado con los de Valencia, más no con los de Zorita, de los cuales fueron fusilados cuatro el día 11 en La Codoñera. Dos de estos desgraciados, Francisco Daudén y Pelegrín Gil, eran ancianos que apenas podían andar, y los otros dos, hijos de don Rafael Fuster, de 16 y 18 años. A las súplicas que se le hicieron a favor de estos niños, contestó que su padre podría librarlos presentándose a ser fusilado. Al oír la madre una condición tan brutal, cayó desmayada y a su lado muerto como de un rayo, el tercer hijo que llevaba en sus pechos". En una de las láminas dedicadas a las atrocidades de Cabrera, se representó la dramática escena de los fusilamientos de La Codoñera, que en años posteriores sería copiada.

    Al año siguiente, Ayguals de Izco1, copió la noticia de Cabello en su obra El Tigre del Maestrazgo o sea De grumete a General, y aumentó el dramatismo del suceso,"...con todas sus fuerzas, se dejó caer de imprevisto sobre Zurita, que no contaba más defensores que 25 nacionales movilizados de Valencia y 8 del pueblo; pero fue tan heroica la defensa de estos bravos, que obligados a rendirse por la superioridad numérica del enemigo, solo accedieron a ello bajo una honrosa capitulación, por la cual, después después de entregadas las armas, se les garantizaba la libertad. Cumplióse esta condición a los movilizados de Valencia; pero los nacionales de Zurita fueron conducidos prisioneros a La Codoñera, en donde el 11 de julio fueron fusilados cuatro de ellos, a saber, Francisco Daudén y Pelegrín Gil, patriotas respetables por sus virtudes a la par que por su ancianidad, y dos hijos de don Rafael Fuster, jóvenes de 16 y 18 años de edad. Multitud de personas se interesaron a favor de estos desgraciados...todo fue inútil, y cuando ya Cabrera al frente de los suyos iba a dar la terrible voz de fuego contra sus víctimas, presentósele desolada semblante pálido... cadavérico...Lanzando copiosas lágrimas de sus azorados ojos, y alargando ambos brazos con un niño de pechos que enseñaba al empedermido verdugo para conmover su corazón. -Os cansáis en vano- exclamó el tigre.- sólo podría conceder la vida a esos rapaces, si se presentara a su padre a ser fusilado. Al oír la desventurada madre tan feroz exigencia, cayó en el suelo desmayada con tal rapidez, como si un rayo hubiese terminado su vida; y a la violencia del golpe, quedó muerto a sus pies su tercer hijo, mientras el plomo homicida destrozaba el cráneo de los prisioneros.

    El incumplimiento por parte de Cabrera de lo pactado en la capitulación de Zurita y los posteriores fusilamientos en La Codoñera de dos jóvenes bajo los ojos de su madre, fue calificado como digna de Calígula o de Nerón. Pasó la frontera y fue publicada en un artículo titulado Les Espagnes et les espagnols, de la revista francesa Reure Britannique en 1846. La Historia Pintoresca del reinado de Isabel II y de la guerra civil, editada en 1647 por Vicente Castelló, sin responder de la veracidad de la noticia, refirió la historia narrada en el libro de Cabello, Santa Cruz y Temprado. El historiador Antonio Pirala2 en su Historia de la guerra civil y de los partidos liberal y carlista, publicada entre 1853 y 1856, reprodujo la versión de Cabello en su primera parte. Modesto Lafuente, en el tomo XX de Historia General de España, publicado en 1863, destacó la crueldad de la guerra con los defensores de Zurita, "Guarnecían dicho punto ocho nacionales de la localidad y treinta y cuatro movilizados de Valencia. Defendiéronse todos ellos briosamante interin conservaron probabilidades de ser socorridos, y obligados por la necesidad, resignáronse a capitular mediante la oferta de que tendrían sus vidas salvas.

    Escondidos que se hubieron, cumplió Cabrera lo estipulado dejando en libertad a los de Valencia, pero inmediatamente mandó fusilar a los hijos del pueblo. Entre ellos había dos ancianos de muy avanzada edad y dos mancebos de cortos años. Implorado el jefe carlista para que perdonase a los dos últimos, puso por condición de la solicitada gracia, que el padre de la predestinadas víctimas, el conocido patriota Fuster, se presentase resignado a sufrir la suerte que esperaba a sus hijos. La madre de estos, presente a la cruel escena, cayó desmayada al oír las comentadas palabras del vencedor, y un niño de pecho que lactaba en brazos de la acongojada mujer, expiró de resultas del veneno que mamó en aquellos aciagos momentos.

    En la primera quincena de julio efectuó Cabrera abundantísima razzia en las comarcas de Codoñera, Castelserás, Andorra y Cervellón, en cuyos pueblos hizo abundantísima recolección de víveres, armas, caballos y reclutas, y cargado de botín esquivó todo encuentro con las columnas que acudieron en socorro de los saqueados pueblos, cuidándose únicamente aquel de poner en salvo sus quintos y el convoy en que transportaba su próspero merodeo". En 1868 el arcipreste de Morella, José Segura Barreda, autor de Morella y sus aldeas, en su volumen IV, escribió que los carlistas asesinaron a cuatro liberales de Zurita, que habían tomado las armas, por resentimientos y venganzas particulares.

    La prensa liberal repitió hasta la saciedad lo ocurrido en La Codoñera. El periódico La Ibera, del 13 de octubre de 1860, publicó un artículo en el que comentaba la severidad de los cuadros históricos de los fusilamientos en la obra de Cabello, entre ellos el de La Codoñera. El Principado, en su edición del 19 de agosto de 1868, también recordó la lista de los fusilados por Cabrera, entre ellos, el de cuatro nacionales, dos de los cuales eran menores de 16 años. La noticia fue repetida por el periódico Salud y Fraternidad del 3 de diciembre de 1870. Medio siglo después, en 1912, el periódico madrileño El Motín, en su edición del 24 de octubre, copió una parte del texto de Cabello acompañándolo del gravado alusivo de los fusilamientos. Una década después, el periódico asturiano El Noroeste, del 8 de julio de 1925, en una entrevista concedida al escritor Pío Baroja con motivo de la publicación de su novela La Nave de los Locos, aludirá a la crueldad de Cabrera cuando fusiló en La Codoñera a dos niños.

    Represalias y amenazas

    A mediados de 1835, la guerra en Aragón se caracterizaba por la dureza que ambos bandos empleaban con sus enemigos y que muchas veces se hacían extensivas a sus familiares. El 28 de mayo, Cabrera publicó una proclama en la que denunciaba la crueldad de los bandos de los mandos liberales, el engaño de algunos indultos y las deportaciones de prisioneros a ultramar, "ya veis que han tenido los que se acogieron a varios indultos, que cuando más tranquilos vivían fueron presos los mozos y casados que habían figurado entre nosotros como oficiales en el Bajo Aragón y Maestrazgo, y con muy pocas excepciones los mozos fueron destinados a los cuerpos de La Habana y los demás a los presidios de Cádiz, Cartagena y Alicante". Cabrera prometió el indulto a los soldados y urbanos si entregaban las armas en el plazo de un mes.

    Buenaventura de Córdoba anotó que a primeros de junio de 1835, "En el Maestrazgo, Bajo Aragón y otros puntos se publicaron bandos severos para reprimir el movimiento carlista. La pena de muerte, los confinamientos, multas y otras medidas de terror adoptáronse como salvadoras y supremas, ya por creerse que los indultos no bastaban a reconquistar la paz, ya porque el rigor se considerase como un medio de gobierno o de represión para someter a los disidentes". También Pirala denunció la crueldad con que a veces actuaban los liberales," Ea muy común en la guerra a la crueldad cuando se sufren reveses y no se tiene fe en repararlos por otro medio. Así se vio a los liberales querer reparar su falta de actividad y sus desaciertos y detener el creciente desarrollo, que merced a sus propias culpas, adquirieron los carlistas con medidas tan extraordinarias como ilegales; con providencias que se llamaban fuertes porque eran crueles; eficaces porque eran destructoras. Bandas de destierro, de confiscación, de muerte y exterminio aparecían en todas partes".

    Contradicciones sobre el paradero de Cabrea, ¿Püls o Zurita?

    A la versión oficial expuesta en las líneas anteriores, se añaden las dudas planteadas acerca de la autoría de los hechos que son puestos en discusión a partir de otros testimonios. La ocupación de Zurita por los carlistas no se menciona en el libro de Dámaso Calvo y Rochina, Historia de Cabrera publicado en 1845. Buenaventura de Córdoba tampoco habló de La Codoñera. La Gaceta de Madrid no habla de Cabrera entre el 10 y el 15 de julio.

    Para los autores de la Historia del Tradicionalismo Español, en la obra de Buenaventura de Córdoba, hay una gran confusión sobre este período de la vida de Cabrera. Consideran que la toma de Zurita no pudo ocurrir el 10 de julio, sino que tuvo lugar el 12 de agosto, por lo que los fusilamientos habrían ocurrido antes de entrar en Zurita. Además, el día 12 de julio, Cabrera no se encontraba en Zurita y no pudo dictar la orden.

    Según Córdoba, el día 8 de julio Cabrera efectuó una correría hacia la huerta de Tortosa y pueblos de la comarca, dirigiéndose a Paüls, cercanías de Cherta, Aldover y arrabales de aquella plaza. Cabello, por el contrario, opina que Cabrera estaba con Forcadell y otro cabecillas cuando cayeron sobre Zurita y que los 4 urbanos fueron fusilados en La Codoñera el día 11. Después marcharon al río Mijares y por Albentosa siguieron a La Yesa donde se encontraban el día 16. En otros periódicos, se cuenta que Cabrera y Torner estaban en Arnes el día 14.

    El día 10, Quilez se había dirigido por Ariño hacia los Puertos y tuvo un pequeño choque con la columna del comandante Martín de la Muela de la Tosca entre Ráfales y Fuentespalda, allí perdió 5 hombres. La misma noche, entró en Torre del Compte con 40 facciosos, exigió 100 raciones y se fue por el camino de Valderrobres.

    Quien pasó por La Codoñera fue Quílez. El día 10 de julio, subió con una facción a los Puertos después de tener un pequeño choque con la columna de Martín de la Muela de la Tosca. La tarde del 13, con una fuerza de 400  y 50 caballos, bajó de los Puertos y por Ráfales, La Codoñera y Castelserás marchó hacia Andorra donde llegó el día 14, perseguido por el comandante Martín. Otro cabecilla carlista, Torner, el día 10 de julio estaba en Calaceite y al día siguiente en Beceite.

    El 6 de agosto, Quílez atacó Albocácer y la abandonó a los dos días al aproximarse la columna de Nogueras. Participó con el Serrador en los ataques a los puestos fortificados de Albocacer, Benasal, Focall, Ortells, Zurita, Villores, Palanques, Beceite y Valderrobres. La presencia de Quílez en La Codoñera fue denunciada por el alcalde Antonio Royo que remitió un oficio sobre la entrada de los carlistas en el pueblo, "El día once del corriente se presentó en esta villa el cabecilla Quílez mandó publicar un bando bajo pena de vida que todos los vecinos de este pueblo que se hallaban indultados todos los mozos y viudos sin hijos se presentaron a su división y no queriendo obedecer al primero y segundo aviso salió por el pueblo una patrulla de facciosos tomando el nombre de sus casas de los cuales sacaron a muchos atropellándoles a golpes y algunos de ellos atados amenazándoles que en su defecto se llevarían las mujeres. Por lo que faltan de este pueblo las personas anotadas al margen (24 nombres) de los cuales se ignora vayan reunidos todos a la facción, unas se han vuelto a sus casa y y otras se dice que están ocultas, lo que no se sabe con toda certeza, siendo esta la causa de la tardanza y morosidad de ponerlo en su noticia". Para evitar ser reclutados de nuevo por las fuerzas de Quílez, 24 jóvenes indultados se marcharon de La Codoñera. Como jefe de la División de Aragón de defensa del Rey, Quílez envió a los pueblos un escrito amenazador en el que "...prevengo a los justicias den a entender a los padres, esposas y parientes más cercanos que todos los dispersos y desertores que no se presenten en el término prefijado, se les exigirá por el armamento y demás pertrechos que se han llevado de esta división, 400 reales de vellón a cada uno". La Comandancia general del Bajo Aragón respondió remitiendo a La Codoñera y otros lugares, un oficio advirtiendo a los componentes del ayuntamiento, secretario y principales contribuyentes, con la imposición de multas de 25 duros cuando no comunicaran el camino seguido por la caballería de Quílez y les obligó a apostar hombres en los caminos y cabezos por los que pudiera pasar.

    Según el Diario de Barcelona del 13 de agosto, en ese día, Quílez y el Serrador atacaron Torrevelilla. De Alcañiz salieron los granaderos y cazadores del primer batallón de milicia urbana y 2 compañías del 14 de línea para socorrer la población y proteger el flanco del comandante general del Bajo Aragón que se movía desde Calanda contra la facción. Los carlistas abandonaron Calanda donde dejaron los víveres almacenados y no pudieron conseguir que los mozos y viudos se fuesen con ellos, ni amenazándolos con pena de muerte. Los carlistas abandonaron Codoñera y marcharon hacia Fórnoles perseguidos por la columna del Comandante General. El 21 de septiembre, la facción de Quílez, que estaba en Castelserás, salió a las seis y media hacia La Codoñera y fusiló a dos milicianos urbanos de Escatrón.

   Los urbanos

    La milicia urbana fue creada por ley del 23 de marzo de 1835, según lo previsto en el Estatuto Real de 1834. Era una institución civil dependiente del gobernador civil y de las autoridades de cada lugar excepto cuando coincidía con unidades militares. En el articulo 3º, se daban las condiciones legales para el alistamiento de sus miembros: ser español o naturalizado legalmente con un año de vecindad en el pueblo, no tener impedimento físico o moral permanente, tener de 18 a 50 años cumplidos y pagar la cuota de la contribución directa. Sorprende por ello la afirmación de Cabello sobre dos de los fusilados, cuando escribe que: "Dos de estos desgraciados, Francisco Daudén y Pelegrín Gil, eran ancianos que apenas podían andar". En el anexo dice que tenían más de 65 años, una edad muy superior a la permitida. Con los dos niños, también se producen anomalías. Rafael Fuster figura con 18 años en texto y se aumenta a 21 en el apéndice del primer volumen, José Fuster con 16 años.

    El historiador José María Llasat3, descendiente de una hermana de Cabrera, se distancia de la imagen de crueldad asignada al jefe carlista. Para este autor, las versiones de Cabello y Ayguals resultan difíciles de creer y obedecen a una campaña a una campaña de desprestigio del jefe carlista.

    Causas

    Antes de la toma de Zurita los carlistas habían respetado a las guarniciones que habían apresado. La vida del capitán de urbanos de Cuevas de Vinromá, Bautista Vidal, fue respetada y luego fue canjeado. Una vez liberado, rompió su promesa de no volver a luchar y armó una partida de francos que no daba cuartel a los prisioneros. Esta deslealtad, para el boletín tradicionalista, fue el origen de los pretendidos fusilamientos de los 4 prisioneros de Zurita.

     Un posible precedente

    El 5 de julio, Quílez cayó sobre el pueblo de Azuara, defendida por milicianos nacionales. Desechada la propuesta de capitulación, mandó atacar el edificio. Ante la negativa de capitular, los carlistas quemaron las puertas. Los urbanos se retiraron a la torre del campanario desde continuaron la defensa. Los carlistas, enfurecidos , obligaron a la esposa y a dos tiernos niños de D. Agustín Ansón, uno de los urbanos encerrados en la iglesia, a situarse en el punto donde aquellos asestaban tiros. La afligida madre permaneció expuesta al mortífero fuego de los sitiados, teniendo uno de sus hijos ( de edad de cuatro años) de la mano, y en brazos al más pequeño (de dos y medio), que fue atravesado de un balazo, dirigido tal vez por su propio padre (Eco del Comercio del 17 de julio)

    Los datos aportados no permiten afirmar con certeza la realidad de los fusilamientos de La Codoñera. El tiempo transcurrido hasta que se publicaron los hechos añade más dudas a lo ocurrido. En la descripción de Cabello, quizás se sumaron diversos hechos ocurridos por las mismas fechas que pudieron implicar a diferentes autores. Todo ello contribuiría al desprestigio de Cabrera al término de la primera guerra, lo que reduciría el impacto de las crueldades que practicaron los liberales, el fusilamiento de la madre de Cabrera sería su mejor exponente.

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1. AYGUALS, siendo comandante de la Milicia Nacional de Vinaroz defendió la ciudad frente a los ataques de Cabrera, el cual había fusilado a su hermano. Posteriormente fue diputado en Cortes en varias ocasiones y alcalde de la ciudad, además de un prolífico autor literario

2. A.PIRALA en p. 308 del volumen II de, Historia de la guerra civil de los partidos liberal y carlista

3. M.LLASAT en, Ramón Cabrera y el inicio de la espiral en la 1ª Guerra Carlista en el Maestrazgo, Bajo Aragón y Tierras del Ebro, según los historiadores liberales


Artículo publicado en la revista Compromiso y Cultura nº 87