sábado, 16 de junio de 2018

ALOJAMIENTOS DE SOLDADOS EN LA CODOÑERA DURANTE LA GUERRA DE SUCESIÓN



    Hasta mediados del siglo XIX cuando los ejércitos se desplazaban de un lugar a otro, las poblaciones que se hallaban en su camino estaban obligadas por ley, a aportar sus mulos, carros y carruajes (bagajes) necesarios para el transporte de víveres, leña, armas y comunicaciones militares. En principio, estos gastos eran abonados directamente por el ejército o bien eran descontados posteriormente de las contribuciones y donativos. Si los bagajes no eran populares, la obligación de mantener a las tropas, los llamados alojamientos, era una de las cargas militares que mayor malestar causaba en los pueblos. La Ordenanza del 10 de abril de 1702 exigía el pago de los transportes según la tasa de cada reino. Sin embargo, la interpretación del concepto de tránsito o recorrido, medido en días de desplazamiento de las fuerzas y de los medios de transporte era fuente continua de discusiones. El R.D. de31 de diciembre de 1705 incluyó el derecho a cama entre las especies que debía recibir el soldado dentro de la llamada Contribución por utensilios, junto a la costumbre de dar luz, leña, aceite, vinagre( para relajar los pies después de las largas caminatas), sal y pimienta. En enero de 1706 se intentaron reducir sus efectos  impidiendo los abusos, sometiendo a los soldados a la disciplina militar.
    El R.D. del 22 de enero de 1708 especificaba que los alojamientos de tropas sólo se aplicarían en las casas de los pecheros y cuando estos no fueran suficientes, se repartirían entre los hijosdalgos y si aún faltaran, se pedirían a los eclesiásticos. A finales de de 1707 una ordenanza del duque de Orleans estableció las raciones y refugios que los Ayuntamientos entregarían a los oficiales y soldados de Infantería y Caballería: "Ración de Oficial y soldados de Infantería: carne, vaca, ó carnero doce onças, de veinte y cinco onças, y una libra y media de pan...una cama completa por cada dos plaças, cubierto, sal, leña y comodidad de fuego", a las que habría que añadir, para el caso de la caballería "una ración de cebada, en la cantidad que se acostumbra". En esta época sólo se suministraba a los soldados el rancho del mediodía, debiéndose arreglar para buscar el desayuno y la cena. Su alimentación básica consistía en salazón(pescado) o carne, legumbres, vino, aceite, vinagre y una ración de 700 gramos diarios de pan de centeno que era elaborado en los hornos portátiles de campaña. La vaca o el carnero, mencionado en las ordenanzas, eran las carnes más baratas destinadas al sustento de los soldados.
    Para garantizar el abastecimiento regular de las tropas, independientemente del estado en que se encontraran los pueblos, se firmaron contratas con diversos mercaderes o asentistas encargados de suministrar directamente los víveres al ejército borbónico. Al llegar a un lugar, el jefe de la fuerza o el comisario, se ponía en contacto con el Justicia acreditando el derecho al alojamiento con el documento(itinerario), éste le entregaba las boletas en que figuraba el lugar y número de hombres a alojar en cada casa entre las que se repartían los oficiales y la tropa.
    Los soldados necesitaban un alojamiento con cama para dormir, pan para alimentarse, con sus correspondientes cubiertos, vasos y aperos de cocina, vino para beber y leña con la que calentarse. Si las tropas eran de caballería, había que incluir a sus animales, arreglando los pesebres y cuadras, y aportando paja y cebada suficiente.
    Cuando las tropas pernoctaban un sólo día, yendo en tránsito, los gastos no eran excesivos, pero si se acuartelaban durante el invierno, podían arruinar a cualquier municipio. Cuando las tropas abandonaban el lugar, la ordenanza exigía que los sargentos mayores de cada regimiento entregaran a los justicias y jurados un albarán con todos los productos recibidos para poder resarcir a los Ayuntamientos de los gastos ocasionados por las tropas. La realidad era mucho más compleja y conocida por las autoridades borbónicas que, aunque condenaban los abusos los mantuvieron.
    El 13 de marzo de 1706 llegó Felipe V a Alcañiz y a Caspe al día siguiente, donde se reunió con el ejército que emprendió el camino de Barcelona. En La Codoñera se alojaron parte de los soldados franceses, uno de los cuales fue muerto por mano de Esteban Soldevilla cuando se hallaba en su casa. Aunque quedó preso en la cárcel, el general Tessé amenazó con derribar su casa y talar sus olivos amenazando con castigar a su mujer si no se reparaba el daño. El Concejo de La Codoñera, presidido por los jurados del año, Juan Senlí y Josph Cases de Sebastián y la asistencia de 14 consejeros, presionó a su cuñado Cosme Bondía para que firmara una comanda por la que se obligaba a pagar 14 doblones de indemnización.
    Del 3 al 14 de noviembre de 1708 se establecieron en La Codoñera cuatro compañías del regimiento de caballería del Marqués de Lanzarote, al mando del Marqués de Villalegre, teniente coronel de dicho regimiento y de los capitanes Martín Añon, Pedro Manglano y Felipe Queres, que exigieron el suministro de de 1.540 raciones de pan, vino y carne. Durante la noche del 16 de noviembre de 1708 pernoctaron en Torecilla tres batallones, uno de artillería y los otros dos del regimiento del Caballero de Sars, brigadier y comandante de los mismos, a los cuales se les suministraron 800 raciones de pan de 32 onzas la ración, 200 raciones de cebada y 300 raciones de vino y carne. Otra compañía del regimiento de Lanzarote compuesta por 30 soldados del capitán Antonio Armendia se alojó en La Codoñera desde el 3 de noviembre hasta el 3 de junio de 1709 y exigió la entrega de 1.980 raciones de pan y otras tantas de de pan y vino, negándose a extender el pertinente recibo a pesar de habérselo pedido el alcalde. Para el pago de dichas raciones se tuvieron que pedir 4.000 reales de plata a José Ballester, vicario de Ciruega, que serían devueltos con lo obtenido por el cobro de las 6 libras de aceite por cada molada de aceitunas durante las cosechas de 1710 a 1714. 
    Del 27 al 29 de noviembre se estableció en La Codoñera el 2º batallón de Guardias Valonas al mando del barón de Piltré, subordinado del anterior al que se abasteció con 1.165 raciones de pan, 50 raciones de cebada, 1.160 raciones de carne y otras tantas de vino.
    El 1 de junio de 1709, los alcaldes de La Codoñera, Miguel Araguat y Gerónimo Blasco y el depositario de los bienes, Pedro Sobradell, practicaron un registro notarial en el que anotaron el gasto tenido en los suministros y los pusieron a disposición de los comandantes de los batallones de los batallones por si querían pedir justificación. El 6 de noviembre de ese mismo año tuvo que reunirse el Concejo para tratar los problemas que causaban los oficiales y soldados que estaban en el pueblo, con los excesos y malos tratos acontecidos en las casas en que se hallaban alojados, y resolver el problema del dinero que se necesitaba para pagar a los oficiales.
   Los hechos narrados podrían aplicarse a cualquiera de los pueblos de nuestro entorno sin que en los mismos se produjeran hechos bélicos, en caso contrario, el saqueo y pillaje estaban asegurados.


    Artículo publicado en la revista Compromiso y Cultura del nº 35, y en el programa de las fiestas patronales de San Cosme y San Damián en septiembre de 2017.