sábado, 23 de abril de 2022

FUSILAMIENTO DE LOS ALCALDES DE TORRECILLA Y VALDEALGORFA

 




  Tras la muerte de Carnicer, y al ver que mejoraba la situación en Aragón, el Gobierno redujo sus fuerzas lo que propició que la insurrección carlista, al mando absoluto de Cabrera, desde el 23 de abril de 1835, se extendiera por el Bajo Aragón y Maestrazgo. Esta pérdida de control motivó que los ayuntamientos perdieran parte de la confianza que tenían en la protección del ejército. A las órdenes de A gustín Nogueras, comandante general del Bajo Aragón, apenas quedaron 2.000 hombres. Se produjeron dimisiones de oficiales y deserciones de soldados en grupo, debido a que no les abonaban las pagas completas, a las enfermedades, al cansancio derivado de las largas marchas y el desgaste de los uniformes.

    A medida que crecían sus dificultades para derrotar a los carlistas, el general Agustín Nogueras, como comandante general del Bajo Aragón, fue autorizado a imponer una mayor dureza en sus métodos: autorizado a extraer víveres de las masías para que no las aprovecharan los carlistas, separar a los curas que con sermones les sirvieran de apoyo, a desterrar a las mujeres de los carlistas, separar a los curas que con sus sermones les sirvieran de apoyo, a desterrar a las mujeres de los carlistas, a condenar a prisión y confiscar los bienes de quienes se hubieran unido a las partidas y a la pérdida de los recibos de las requisas efectuadas por los carlistas para evitar su reembolso. La guerra se llevaba con gran dureza por ambas partes desde el inicio del levantamiento carlista, cuyos jefes, a la medida que eran capturados, eran pasados por las armas. Los carlistas indultados, si volvían a ser capturados, en cumplimiento de las Reales Órdenes, eran fusilados o enviados a Ultramar. A pesar de las dificultades, la prensa prodigaba elogios a los éxitos de las fuerzas liberales. El 6 de enero, el general Pelarea derrotó a los facciosos en Monroyo. Al día siguiente, el coronel D. Federico Yoller batió y dispersó la facción de Torner. Del mismo modo, trataban de infundir ánimos a sus partidarios proclamando el desánimo de las facciones carlistas, que se acogían al indulto.

    El 2 de febrero las fuerzas de Cabrera se hallaban en los Puertos de Beceite donde el día 4 fue informado de que la columna del Marqués de Palacios estaba en Valdealgorfa. Por la tarde emprendió la marcha desde Beceite hacia Valjunquera, donde llegó a las 11 de la noche. Aquí fue notificado que una columna liberal pernoctaba en Torrecilla. De inmediato mandó vigilar los caminos y envió un parte a su jefe de Estado Mayor, Manuel Añón, que estaba con la caballería en los montes de Alcañiz para que al amanecer se situase frente a Torrecilla. La nota enviada al alcalde de Valdalgorfa, fue abierta y el original remitido a Alcañiz, y otra copia fue enviada a Calaceite. El parte de Alcañiz fue interceptado por una patrulla carlista que la entregó a Cabrera. En ella se había anotado: "Los facciosos se hallan en Valjunquera, y probablemente, según lo manifiesta el papel adjunto, caerán al amanecer sobre la columna que está en Torrecilla. Apresúrate, a salvar aquella fuerza, que si no se le auxilia, y pronto, será destrozada."

El combate en Castelserás

    Al día siguiente, pensando que los conductores del mensaje habían sido detenidos. Cabrera atacó la retaguardia enemiga cuando marchaba por el camino de Torrecilla a Castelserás. La columna liberal formada por el batallón del Rey se alargó y dividió en dos grupos. El primero al mando del comandante Puertas siguió hasta Calanda, defendiéndose en pequeños pelotones, que fueron perseguidos por Cabrera con los cazadores tortosinos y la caballería, hasta llegar a tiro de fusil de la plaza. La fuerza restante, mandada por el 2º comandante interino de Alcañiz, con unos 300 hombres, se parapetaron en Castelserás, donde ocuparon la torre de la iglesia, las casas inmediatas, y los accesos a la población. Fueron atacados por 1.500 infantes y 100 jinetes. Cuando el reducto estaba estaba a punto de caer, Cabrera fue advertido de la venida de la columna del coronel Federico Yoller con el provincial de Burgos. Desde Maella, donde había sido avisado por el gobernador de Alcañiz, emprendió una rápida marcha para socorrer al batallón. De Alcañiz se dispuso la salida de unos 200 hombres de su escasa guarnición para colaborar en el movimiento de Yoller. Con sus soldados cansados, Cabrera optó por retirarse a Belmonte. El balance del combate fue de 40 muertos y 17 prisioneros liberales y de un capitán muerto y 5 heridos de los carlistas. Entre las filas carlistas destacó el capitán del 1º de cazadores de Tortosa, Miguel Mestre.

Fusilamiento de los alcaldes

    Cabrera no pudo aniquilar la columna liberal y enterado de que el motivo del fracaso fue la delación de los alcaldes de Torrecilla y Valdealgorfa (Alejandro Burgués y Francisco Zapater), los prendió y fusiló sin juicio juicio alguno en La Fresneda el día 6. El padre del alcalde de Valdealgorfa ofreció un fuerte rescate por su hijo y los notables de La Fresneda pidieron el perdón, a lo que Cabrera se negó. El alcalde de Alcañiz, Félix Díaz de Arjona, notificó a Nogueras, el fusilamiento de los alcaldes de Torrecilla y Valdealgorfa, en un comunicado que decía: El infame Cabrera continúa sediento de sangre; los infelices alcaldes de Torrecilla y Valdealgorfa han sido fusilados en La Fresneda por aquel tigre, por haber dado parte al coronel Yoller del apuro en que se encontraba el batallón del Rey en Castelserás el 5, sobre el que estaba la facción que mandaba. Los regidores de dichos pueblos, los de Codoñera y Valjunquera también han experimentado su barbarie, pues han recibido palos; y el terror que esto ha de infundir en las justicias de estos pueblos serán de consecuencias funestas, por cuanto, temerosas, se retraerán de dar partes de la dirección de los rebeldes. Lo que pongo en conocimiento de V.S. y también lo haré al Excmo, Señor capitán general y gobernador civil. Dios.

    La prensa se hizo eco del desarrollo del combate y publicó la noticia del fusilamiento de los alcaldes en el periódico: El Español el nº 164 del viernes 12 febrero de 1836:

    "El infame Cabrera ha fusilado en La Fresneda a los alcaldes de Torrecilla y Valdealgorfa, dando palos a algunos individuos del primer pueblo y se llevó preso al ayuntamiento del primer pueblo; se quedarán impunes tales atentados con la llegada del comandante general de Tortosa"

    Por su parte, Cabrera se justificaría diciendo: Yo no he sido oído sobre tales ejecuciones. Como defensor de mi causa, y con fuerzas  para hacer cumplir mis órdenes, de ninguna manera debía ni podía dejar impune la desobediencia. Si algún día se me abriese un juicio sobre el fusilamiento de aquellos alcaldes, pruebas tengo, y las daría completas, de los motivos que me obligaron a obrar así. Yo había publicado un bando y algunos alcaldes no le obedecían, ni cumplían tampoco mis circulares; yo era tan dueño del país que dominaba, como lo eran mis enemigos cuando le pisaban. La posición de los alcaldes era triste, bien lo veo; ellos habían de obedecer a los dos partidos, porque los dos habían adoptado medios rigurosos, y no fui yo el único ni el primero que los planteó. La conducta del alcalde de Valdealgorfa, me la confirmó en el hecho de haber llegado tropas en auxilio de la fuerza que yo había batido entre Castelserás y Torrecilla, sin cuyo socorro yo la hubiera destrozado completamente. También fusilé al alcalde de Torrecilla, porque ni obedecía mis órdenes ni me suministraba las raciones, y daba parte al enemigo de todos mis movimientos, por medio de correspondencias parciales y amigables, algunas de las cuales cayeron en mis manos.

    La medida de Cabrera, podían justificarse en el contexto de los violentos métodos empleados por ambos contenientes que utilizaban a los paisanos como confidentes y mensajeros, y garantizaban su fidelidad aplicando duras y crueles amenazas. La posición de los alcaldes resultaba muy difícil, por un lado debían obediencia a las autoridades militares, que no siempre podían protegerles de las represalias carlistas. Por otro lado, éstos exigían la obediencia a la causa carlista. Los alcaldes trataban de contentar a unos y otros. Tras los fusilamientos, se hizo difícil encontrar quien quisiera los cargos, muchos de los candidatos prefirieron marchar a los puntos fortificados que ofrecían mayor seguridad. Nogueras se justificaría, en base a que los pueblos estaban acobardados y sin justicias, por lo que optó por el ejercicio de aplicar represalias en la madre de Cabrera.

    El día 6, Cabrera, como Comandante General del Bajo Aragón, publicó en La Fresneda un bando cuyo artículo 5º decía: "Prohibido absolutamente la comunicación de noticias que acostumbran facilitar los individuos de justicia de los movimientos, posiciones y operaciones de la tropas del Rey, á los cabecillas de las del enemigo, sirviéndoles de escarmiento el que se ha hecho en esta villa, fusilando por este crimen a los alcaldes de Torrecilla y Valdealgorfa, encargando también la puntualidad en el cumplimiento de los pedidos de raciones á donde se reclamen, pues por haberse experimentado esta falta en los citados pueblos, sufrirán también por primera vez cien palos cada uno de los individuos del ayuntamiento".

Consecuencias

    Las respuesta de Nogueras no se hizo esperar y en un simple oficio con fecha del 8 de febrero, que dirigió al gobernador de la plaza de Tortosa, le ordenó que: "En su consecuencia, ruego a V-S, por el bien que ha resultar al servicio de la reina, mande fusilar a la madre del rebelde Cabrera, dándole publicidad en todo el distrito, prendiendo además, sus hermanos o hermanas. Lo comunico a V.S. para que lo haga saber por vereda a todos los pueblos del corregimiento, debiendo V.S. mandar fusilar a las mujeres, padres o madres de los cabecillas de Aragón que cometan iguales atentados que Cabrera.

    La prensa liberal reprodujo el contenido de la nota de Nogueras en el periódico El Español con fecha el martes 16 de febrero de 1836: "En el momento que supe los horrorosos asesinatos de los alcaldes de Torrecilla y Valdealgorfa por él feroz Cabrera, dirigí el el oficio siguiente al Excmo. Sr. capitán general de Cataluña y gobernador de Tortosa. El sanguinario Cabrera fusiló antes de ayer en La Fresneda á los alcaldes de Torrecilla y Valdealgorfa por haber cumplido con su deber. El bárbaro Torner dio palos de muerte á un paisano que conducía un pliego, cuyos horribles atentados han amedrentado á los justicias, en términos que nuestras tropas carecerán de avisos y suministros si no se pone tasa á esta, demasías; y en su consecuencia ruego á V.E. por el bien que ha resultar al servicio de la REINA nuestra Señora, mandé fusilar a la madre del rebelde Cabrera. dándole publicidad en todo el distrito de su mando, prendiendo además i sus hermanos y hermanas para que sufran igual suerte si él sigue asesinando inocentes. Ruego á V. E. igualmente mande prender, para que sirvan de rehenes, a los cabecillas y titulados oficiales que existen en este corregimiento. Lo que tengo el honor de manifestar á V.E. rogándole se digne mandar al gobernador de Tortosa lleve a efecto la muerte de la madre del sanguinario Cabrera en caso de que lo hubiese verificado. Lo que comunico á V.S. para que lo haga saber por vereda á todos los pueblos del corregimiento, debiendo  V.S. mandar fusilar á las mujeres, padres ó madres de los cabecillas de Aragón que cometan iguales atentados que el feroz Cabrera.

    Consultando el general Espoz y Mina, Capitán General de Cataluña confirmó la orden y mandó al gobernador de Tortosa que la cumpliera. María Griñó que tenía ochenta años y estaba casi ciega, fue fusilada. El crimen provocó una ola de indignación y protestas en los parlamentos de Londres y París, y mucho más tibia en el español. Larra fue de las pocas voces liberales que denunció el fusilamiento y la conducta de Mina. A partir de ese momento la guerra sería sin cuartel.

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Bibliografía

A. Pirala: Historia de la Guerra Civil y de los Partidos Liberal y Carlista

F.Cabello, D.Santa Cruz R.M. Temprado: Historia de la guerra última en Aragón y Valencia

M. Ferrer, D. Tejera y J.F. Acedo: Historia del Tradicionalismo Español


     Artículo publicado en la revista Compromiso y Cultura nº 88