sábado, 24 de agosto de 2019

JOSE RAMÓN MOLINS PRESENTA SU NUEVA NOVELA "FLORENCIA"




      María, madre de Florencia, deseó lo mejor para su hija y por ello le transmitió su libertad interior, para que ella y sus hijos pudieran tener una vida mejor. Su entorno transcurrió como la de tantas mujeres sometidas al patriarcado. La religión y el folclre fueron el sustento necesario que acompañaron y moderaron a tantas generaciones para dar cabida y sentido a aquella vida que se desarrolló en los pueblos,  junto a unas consecuencias controladas y manipuladas por el poder para callar y contentar al pueblo. Al llegar la Segunda República fue un sueño e ilusión para poder vivir en un mundo más justo y comprender los ideales basados en la igualdad, solidaridad, fraternidad y otros valores como el laicismo, feminismo o la justicia social. Hasta la Segunda República se trató a las mujeres como menores de edad. Antes de 1932 solo la muerte podía disolver el matrimonio. Se consiguieron muchos derechos como el sufragio femenino, la escolarización de las niñas, etc.
     Todo ello unido a una crisis económica como la sufrida a finales del siglo XIX, donde la Restauración Borbónica llevada a cabo por Cánovas del Castillo fue el inicio de la despoblación.
      La helada de 1887-88, fue otro duro golpe para las economías locales. También se sumó la plaga de filoxera que provocó una corta producción de vino y la quiebra del mercado aceitero al entrar en competencia con el aceite andaluz . En el periódico El Mercantil Aragonés, escrito por Becerro de Bergoa, en la edición del 28 de enero de 1888, explicaba la precaria situación socioeconómica en que se hallaba sumido el Bajo Aragón.
     En el mes de mayo la prensa advirtió del elevado número de suicidios que había en la provincia de Teruel, se achacaba a las dificultades económicas. El Conde de Montenegrón y el Marqués de Monistrol expusieron ante el Senado en la sesión del 15 de mayo de 1889 la gravedad de la situación del Bajo Aragón logrando que el 20 junio de ese mismo año, el Senado eximiera del pago de la contribución durante diez años a los campos que habían sido dañados por las heladas. La miseria afectó a muchos labradores que dejaron de pagar las contribuciones territoriales, lo que se tradujo en el embargo de numerosas fincas. La situación apenas mejoró en los años siguientes, como se desprende del Diario de Avisos de Zaragoza del 11 de abril de 1891. En agosto la gente no sabía qué hacer con la tierra tan seca, viéndose a emigrar, gran parte se dirigió a Barcelona. El trigo no podía encontrarse "aún con dinero en toda España", de 27 subió hasta 36 reales la fanega y era muy ruin, bajaban de la sierra trigo, centeno y muchas mezclas.
    Las protestas contra los consumidores se acentuaron a finales de siglo, implicando también a los pequeños pueblos de Aragón.


     Artículo publicado en la revista Compromiso y Cultura nº 55, con motivo de la presentación del libro "Florencia"  en la sede la Comarca del Bajo Aragón el 21 de junio de 2019