lunes, 10 de noviembre de 2025

PEIRONES Y CRUCES DE TÉRMINO EN LA CODOÑERA.

 


    A finales de julio de 1936, el Bajo Aragón vio desaparecer parte de su patrimonio cultural, religioso y arquitectónico. Entre las muchas pérdidas, los peirones y cruces de término fueron testigos mudos de aquella destrucción. Algunos lograron sobrevivivir, otros se reconstruyeron tras la guerra; pero muchos quedaron en el olvido, dispersados por el paisaje como vestigios de un tiempo que pocos recuerdan. En este artículo, nos adentraremos en su historia y en el lugar que ocupan hoy en nuestra memoria colectiva.

    Peirones de dirección

    Las cruces de dirección eran puntos de referencia clave en los caminos principales. Para los viajeros, marcaban el primer vistazo a la localidad a la que se dirigían, indicando que el destino estaba cerca. También solían erigirse en encrucijadas, guiando a quienes debían elegir la ruta correcta en su trayecto. En La Codoñera se han identificado las siguientes cruces:

    Cruz Foradada u Ugereada: se situaba en el camino de Torrecilla, en el punto donde se divisan las primeras casas de La Codoñera, a una distancia de 550 metros. Los protocolos notariales la mencionan como Cruz Ugereada en 1611, Cruz Augereada 1759 y Cruz Abujereada en 1860. Junto a ella, se levantaron la picota y la horca, desde 1776, como símbolo de su jurisdicción, cuando La Codoñera fue nombrada villa.

    Cruz de Bernia: situada en el camino de Valdealgorfa, aparece citada en 1776. Se desconoce su ubicación exacta.

    Peirón del Paironet: está ubicado en el camino de Valjunquera, sobre la Balsa de la Tellería, a 1.200 metros del pueblo. Con sus 588 metros de altitud, es uno de los puntos del término de La Codoñera más elevados, y ofrece una espléndida panorámica de la mayor parte de su territorio. Es el único peirón que se ha conservado: derribado en 1936, fue reconstruído  en 1953. En él están esculpidas las imágenes de los santos Abdón y Senén, protectores contra granizadas, tempestades y tormentas.

   Cruz de Royo: se encontraba situada en la encrucijada de la actual carretera que lleva a la general de Morella con el camino viejo de Fórnoles, a 740 metros de La Codoñera. Se halla documentada desde 1764. Se conserva parte del capitael que fue recuperado por el cantautor Tomás Bosque.

    Cruz del Pla de la Creu: está emplazada en el camino de Torrevelilla al finalizar la fuerte cuesta que asciende desde el fondo del Río Mezquín, y se vislumbra la imagen del pueblo a 900 metros. El topónimo aparece documentado en 1723.

    Cruces de entrada a La Codoñera

    Las llamadas cruces de villa se alzaban en las entradas de los pueblos, marcando no solo el poder jurisdiccional del lugar, sino también el inicio de un espacio de encuentro y esparcimiento. Para los locales, su presencia indicaba el punto exacto donde, según las ordenanzas municipales, se podía jugar a la pelota, tirar al bolo o lanzar la barra. Se hallaban a una distancia de entre 50 y 100 metros de los portales de la villa. Más hallá de su función simbólica y administrativa, estas cruces tenían un profundo significado religioso. Situadas en los caminos que llevaban a otras localidades, eran punto de referencia y oración para los viajeros, que pedían protección antes de emprender la ruta. Su origen se remonta al Imperio Romano, entonces, en las salidas de las ciudades se eregían columnas con la imagen de Mercurio, donde se ofrecían sacrificios en busca de un viaje seguro. Con el tiempo, estos símbolos paganos fueron cristianizados, y hacia el siglo XII dieron lugar a cruces que aún hoy podemos encontrar en algunos rincones del territorio. En La Codoñera se han identificado las iguientes cruces de villa:

    Cruz de la carretera de Torrecilla: se encontraba aproximadamente en el lugar donde hoy está el centro de salud, a extramuros del antiguo Portal de Alcañiz.

    Cruz de las Eras Altas: se situaba fuera del portal de las eras del mismo nombre y marcaba el inicio de la carretera hacia la general de Morella. Aparece mencionada en los protocolos notariales de 1710.

    Cruz del Sol del Lloc: se emplazaba sobre las rocas junto al lavadero, en la Vall. Solo se ha conservado la base de la cruz.

    Cruz del Hospìtal: se encontraba frente al desaparecido Portal de la Balseta o de la Herrería.

    Cruz de Santa Bárbara: se levantaba en el camino hacia la ermita del mismo nombre, junto al paso de la acequia que descendía desde la Balsa de la Tellería, a 400 metros de la villa. Aparece citada en 1683.

    Cruz en el centro de la villa

    La religiosidad promovida por el Concilio de Trento impregnó el entorno urbano y, al mismo tiempo, fortaleció la cohesión social con un sentimiento de pertenencia a un mismo credo frente a la población morisca y judía. Una de sus manifestaciones fue la erección de una cruz de piedra en el centro de la población, junto a la entrada de la iglesia parroquial. Se alzaba sobre una gradería cuadrada de tres escalones y un pedestal que sostenía la columna y un capitel con cuatro caras exibía figuras y escudos de armas, rematado por una cruz labrada con filigranas en sus brazos. Su antigüedad podría remontarse a finales del siglo XV o inicios del XVI.

   La ley 3/1999, de 10 de marzo, del Patrimonio Cultural Aragonés, en su disposición segunda, declaró las cruces de término como Bienes de Interés Cultural, estableciendo su protección.


    Artículo publicado en la revista Compromiso y Cultura nº 128

    

miércoles, 29 de octubre de 2025

EL POLÉMICO ESCRIBANO FRANCISCO ALCOVER

 

    Francisco Alcober fue el principal escribano y fedatario público de La Codoñera en el último tercio del siglo XVIII. Su actividad oficial estuvo siempre acompañada por la polémica. Como gestor de los repartos de la sal y de la contribución, fue multado. En 1782 fue acusado por Francisco Sanz de efectuar cobros excesivos, de favorecer con cargos públicos a ocho de sus parientes, de manejar irregularmente los libros, de sacar aceite de la pila para la venta y de amenazar a sus opositores con castigos corporales. Como interventor del pósito, había ocultado trigo.

    El proceso tras la concesión del Villazgo

    El 18 de febrero de 1782, Luis Siscar, Francisco Faci, Lorenzo Angosto, Juan Paricio, Pedro Bonfil y Francisco Velilla, a instancia de Pedro Sanz y Miguel Insa, pidieron el cese de los repartos de los gastos derivados de la concesión del villazgo de 1776, al considerarlos excesivos. El fiscal, en auto del 14 de junio, mandó devolver lo exigido de más en los dos últimos repartos y exigió las cuentas de lo repartido y cobrado a los vecinos. Además, permitió que se reuniese el Concejo General de Vecinos para dar a conocer el auto por el que se notificaba a Antonio Alcover de Joseph, Tomás Xisbert de Miguel, Miguel Faci de Bernardo y Joseph Paricio mayor-alcaldes, regidores y síndico personero de 1776- el cese de los repartos y la devolución del exceso cobrado.

    Falsedades documentales

    Los demandados se opusieron argumentando que el libro de actas había sido manipulado cuando ellos dejaron sus cargos en el ayuntamiento, y que su no asistencia a la reunión de 1776, en la que se acordó el segundo reparto, les eximía de esas obligaciones. En sede judicial, se demostró que el documento contenía un cobro del 14 de julio de 1776 que, en realidad, correspondía al día 19 de otro mes. Este estaba raspado y enmendado. Parece que, al escribano, después de empezar o escribir con letras anchas, le faltó papel y comenzó a apretar las líneas del reparto para no juntarlas con las firmas al pie del documento, que previamente había recogido en blanco.

    En esa época, la contabilidad de un reparto de 5.000 libras entre los vecinos era una tarea muy complicada y requería casi un mes de cálculos. Sin embargo, en esa ocasión se hizo muy rápido y enseguida lo firmó el escribano, no apareciendo muchas de las firmas de los presentes que sabían escribir. El fiscal exigió que se presentara el documento y paralizó temporalmente las devoluciones a finales de 1782. Impuso una multa de 100 libras a cada uno de los componentes de los ayuntamientos, prohibió hacer repartos y condenó al escribano a dos años de inhabilitación, en una sentencia del 16 de noviembre de 1782.

   El alcalde Joseph Faci y el escribano Francisco Alcover denunciaron, por vía criminal, a sus acusadores, Pedro Sanz y Miguel Insa, encerrándolos en la cárcel del lugar del 3 al 5 de mayo de 1783. Estos, una vez liberados, protestaron por el atropello sufrido y lograron una sentencia absolutoria de la Real Audiencia de Zaragoza, dictada el 27 de enero de 1786, que condenó al alcalde y al escribano a devolver lo cobrado por las costas del proceso-a las que no tenían derecho-, así como la devolución de las cantidades percibidas. Además, debían indemnizar con 6 reales de vellón diarios por cada día que estuvieron presos y asumir el pago de las costas procesales. La sentencia obligó a los componentes de los ayuntamientos de 1772 a 1786 a entregar las cuentas al Consejo de Aragón.

    Encierro y misteriosa fuga del escribano

    Mientras tenía lugar el anterior proceso, un nuevo caso salpicó la actividad del escribano. El 6 de enero de 1786, el alcalde Pedro Sanz de Thomás convocó, mediante pregón y bando público, a los vecinos en la sala capitular de las Casas del Ayuntamiento para elegir a los 24 vocales electos que participarían en el nombramiento del Diputado del Común de ese año. Se escogieron las personas que obtuvieron mayor número de voto, como se había hecho en años anteriores. A las 8 de la mañana, se aplazó la elección para el día siguiente. Entre los elegidos se hallaban Francisco Faci Xisbert, Pedro Sanz de Juan y Dionisio Funes; pero el escribano no los anotó en la lista definitiva, poniendo en su lugar otros tres nombres. Enterados del hecho, reclamaron, y el alcalde suspendió el acto y mandó al corredor(alguacil) encerrarlo bajo llave en la cocina del ayuntamiento.

   El 21 de enero se descubrió la fuga del escribano de su encierro en la cocina, contigua a la sala principal del primer piso del ayuntamiento, a pesar de estar cerrada con llave y pestillo, según aseguró el corredor Contel. En las pesquisas practicadas, el maestro herrero Cristóbal Sanz y el carpintero Manuel Bartolí comprobaron que el cerrojo de la sala principal estaba corrido. La puerta interior que daba al corral estaba abierta y su cerradura de madera, forzada. Como el suelo estaba húmedo, las pisadas del huido quedaron marcadas y continuaban en el corral y la tapia siguiente, propiedad de su suegro Miguel Faci. También había desaparecido su ropa y el colchón. Como el escribano ya había cometido otros excesos, el alcalde mandó procesarlo y remitió el auto al alcalde mayor de Alcañiz. Luis Siscar declaró que el escribano había actuado irregularmente con los caudales públicos y que, años antes, había sido obligado a devolver ciertas cantidades de las contribuciones cobradas en exceso por actos a los que los vecinos tenían derecho, y por hacer pagar más trigo del que recogían del pósito sin anotarlo en los documentos. Fue multado, suspendido de sus funciones y se le siguió un proceso penal por el tribunal de Alcañiz. El escribano permaneció preso durante cinco meses, junto con algunos parientes y amigos suyos, por calumniar al alcalde de entonces. La Real Sala del Crimen le condenó a pagar la mitad de las costas procesales y fue apercibido de castigo corporal si reincidía. También fue inhabilitado de su cargo por dos años y condenado al pago de una multa de 40 escudos.

    Continúa el proceso por el villazgo

    En 1789, un auto confirmó la falta de permiso para efectuar más repartos. Al año siguente, el Consejo de Castilla, por medio del Conde de Campomanes, mandó que se cumpliera lo pedido por Pedro Sanz y Miguel Insa; pero la sentencia fue de nuevo recurrida. En 1791, el escribano Alcover presentó un escrito en el que negaba la acusación de haberse apropiado de 262 escudos del primer reparto. El 6 de noviembre de 1797, el contador de la Audiencia, tras analizar las cuentas de los gastos que ocasionó el villazgo, sentenció que los componentes de los aludidos ayuntamientos que devolvieran a los vecinos 3.983 libras y 16 sueldos. El proceso finalizó con la sentencia dada en Zaragoza el 25 de junio de 1799, que absolvió a los componentes de los ayuntamientos de 1772 a 1781, muchos de los cuales ya habían fallecido en esa fecha. Como podemos deducir de la lectura del texto, no hay nada nuevo bajo el sol a pesar de haber transcurrido más de doscientos años de los sucesos descritos.


    Articulo publicado en el programa de fiestas de San Cosme y San Damián del año 2025.

martes, 28 de octubre de 2025

LA MEMORIA NO SE DESMORONA: OCTUBRE DE PIEDRA SECA.

 

   La piedra seca no solo construyó bancales, casetas y lindes:levantó una manera de de estar en el territorio. Con ese fondo nace la Asociación Amig@ de la Piedra Seca del Mezquín, una iniciativa con vocación de preservar y poner en valor las construcciones de piedra en seco "como Bien Inmaterial de la Humanidad" y de hacerlo desde la cuenca del río Mezquín, con los brazos abiertos al territorio vecino.

   No es unicamente un propósito técnico. La asociación se ofrece como casa común para sumar manos-"se hace un llamamiento a quien quiera unirse al proyecto" para la recuperación de este patrimonio- y como motor cultural: cursos, talleres y eventos itinerantes en pueblos que ayuden a sendibilizar sobre la importancia de estas arquitecturas modestas y esenciales.

   De ese empeño late una idea sencilla y poderosa: la piedra seca cuenta quienes fuimos y, por tanto, quienes somos. En palabras del texto fundacional,"esta piedra persiste en nostros, es la esencia montañosa ... representa la dentadura de la geografía ... es el recuerdo y el silencio del tiempo plasmado en la historia y el sentimiento". Un manifiesto poético que recuerda que cuidar los muros es también cuidar  la memoria del trabajo y del paisaje.


    Jornadas de puertas abiertas.

    Para aterrizar este propósito en acciones concretas, la asociación convoca las 1ª Jornadas de Puertas Abiertas de la Piedra Seca del Mezquín los días 5, 18 y 25 de octubre en Torrecilla de Alcañiz, en colaboración con el Ayuntamiento y OMEZYMA. El objetivo: acercar al público la técnica, los oficios y los usos de estas construcciones que aún articulan campos, sendas y términos. Toda una experiencia inmersiva.

    Domingo, 5 de octubre

    Charla inagural (18.00-19.30, salón "Los Halcones"). La arquitecta Cèlia Mallafrè impartirá la ponencia Piedra seca: herencia constructiva, conocimiento y técnica, abierta a todo el público. Es la puerta de entrada perfecta para entender de dónde viene este arte de apilar sin argamasa, cómo se comporta la piedra, por qué resiste y qué saberes trandmite. Inscripciones y horarios de las actividades se formalizarán antes y después de la charla.

    Sábados, 18 y 25 de octubre

    Escuela a cielo abierto. Dos jornadas de demostración práctica con maestros de piedra seca: cómo se rehabilita una caseta, paso a paso, con herramientas, ritmos y criterios tradicionales ... y con participación del público, Además, habrá visitas a varias construcciones de la zona para conocer sus distintos usos en el paisaje agrario.

    De oficio y de raíz

    La piedra seca no se improvisa. Se aprende mirando, tocando y haciendo: leyendo orientación de las lajas, escuchando como "cantan" al encajar, buscando el buen asiento, ordenando ripios, cerrando coronaciones. Por eso, el formato de estas jornadas combina contexto histórico y taller vivo, de la mano de profesionales que enseñan con la obra en la mano.

    La atención pública sobre la piedra seca ha crecido en la última década, pero la conservación real se decide sobre el terreno: identificando, documentando, reparando, enseñando. De ahí que la asociación apueste por acciones itinerantes y por un tejido de colaboradores a escala comarcal. Porque no hablamos solo de piedras, hablamos de cultura.


    Artículo publicado en la revista Compromiso y cultura nº 130.

lunes, 16 de junio de 2025

LOS ORÍGENES DE LA CARRETERA DE TORREVELILLA A MAELLA.

    A finales del siglo XIX,era un clamor general la necesidad de mejorar la infraestructura vial de la provincia. Se buscaba abrir caminos que conectaran las pequeñas poblaciones con las nuevas vías en construcción y facilitaran el transporte de productos agrícolas, como aceite y vino, hacia los principales centros comerciales. La grave crisis económica del último tercio de siglo, marcaba por el desempleo, la escasez de recursos, huelgas y una fuerte emigración, hizo que las promesas de obras públicas, como la construcción de ferrocarriles, carreteras y embalses, ocuparan un lugar destacado en los programas de todos los candidatos políticos. Para ser elegidos, estos debían contar con el respaldo del cacique local.

El proyecto del senador Comas.

El 4 de abril de 1894, la prensa alcañizana publicó que el diputado liberal por el distrito de Alcañiz, Augusto Comas Blanco (1893-19038), había redactado dos proposiciones de ley para incluirlas en el Plan General de Carreteras. La primera proponía la construcción de una carretera que conectara Híjar con la estación de ferrocarril de Val de Zafán. La segunda planteaba enlazar Torrevelilla con Maella, pasando por Torrecilla de Alcañiz, Valdealgorfa y Mazaleón.
    Para agilizar su aprobación, ambas propuestas se presentarían el primer día de apertura de las Cortes. Así, el 25 de abril de 1894, Comas presentó al Congreso la proposición de ley para incluir estas carreteras en el Plan General. El 30 de junio, el Senado votó a favor del proyecto, y poco después, el 4 de julio, el Diario Mercantil de Zaragoza informó que el inganiero jefe de Obras Públicas, Sr. Mendizábal, había salido de Alcañiz para iniciar los estudios de la carretera, acompañado por su equipo técnico.

La carretera de Valdealgorfa a la de Zaragoza a Castellón

El 29 de julio de 1891, las Cortes decretaron la inclusión en el Plan General de Carreteras, de una carretera de tercer orden que se construiría para enlazar Valdealgorfa con la de Zaragoza a Castellónen el punto más próximo a la ciudad de Alcañiz. El replanteo de la carretera empezó en febrero de 1896, bajo la dirección del ingeniero jefe Mendizabal y su ayudante Franco. Las presiones de los electrores sobre los candidatos a diputados en busca de mejoras para sus pueblos fue una baza muy empleada durante estos años. En el caso que mostramos a continuación, vemos la exigencia de los vecinos de Valdealgorfa para que de una vez se construya la carretera, noticia publicada en Diario de Avisos de Zaragoza del 20 de marzo de 1896.

    Los electores de Valdaalgorfa acordaron, hace algunos dias, que votarán todos unidos únicamente al candidato, sea ministerial ó de oposicion, que antes del dia 12 de Abril. haya conseguido que se publique en la Gaceta el decreto de subasta de las obras de la carretera que ha de pasar por el citado pueblo.
    De no conseguirse esto no votarán á ninguno.

    El 9 de julio de 1897, gracias a la influencia del diputado Augusto Comas, la Dirección General de Obras Públicas fijó el 15 de agosto como fecha para la subasta de la carretera que conectaría Valdealgorfa con la vía de Zaragoza a Castellón.El presupuesto asignado ascendía a 119.821,40 pesetas. Las obras comenzaron de inmediato y, para febrero de 1898, ya se habían nivelado tres de los seis kilómetros proyectados. En mayo de 1900, el ingeniero jefe inspeccionó los avances como parte de los preparativos para la inaguración, que tuvo lugar el 20 de junio, aunque sin ceremonias oficiales. No obstante, el resultado final generó descontento entre los usuarios. La carretera fue considerada demasiado blanda y con excesivas curvas, lo que limitó su uso por parte de los carros. Finalmente, esta vía sería incorporada al proyecto de la carretera de Torrevelilla a Maella.

La carretera de Valdealgorfa a la de Zaragoza a Castellón
    El 9 trazado de la vía comenzaba en el kilómetro 14,4 de la carretera de Alcañiz a Cantavieja, a unos 5 kilómetros de Torrevelilla (actual A-1409).El primer tramo (A-2408) atravesaba un terreno escabroso con curbas muy pronunciadas para descender al cauce del río Mezquín y luego remontar la pendiente que conduce a La Codoñera (kilómetro 2,5). En el año 2000, este tramo fue mejorado mediante voladuras que eliminaron las curbas más cerradas. La carretera continuaba hacia Torrecilla (Kilómetro 6) y, a través de de la carretera de Sanchernar, cruzaba la carretera general de Zaragoza a Castellón (N-232) en el kilómetro 253. Desde ese punto, seguía como TE-710 hacia Valdealgorfa (Kilómetro 20,5) y el cruce de las Ventas de Valdealgorfa, donde remontaba el trazado de la carretera de Alcolea del Pinar a Tarragona (N-420).
    Antes de cruzar el puente sobre el río Matarraña, recuperaba su nombre como carretera de Torrevelilla a Maella (actual A-1412), convirtiéndose en el kilómetro 0. Desde allí, atravesaba Mazaleón (kilómetro 7) y llegaba finalmente a Maella (kilómetro 18).

La construcción del primer tramo

El 8 de agosto de 1908, la Dirección General de Obras Públicas anunció en la Gaceta de Madrid que el 18 de septiembre se llevaría a cabo la subasta pública para la construcción del primer tramo de la carretera de Torrevelilla a Maella. El presupuesto previsto para la ejecución de la obra era de 208.904 pesetas, en un plazo de cuatro años.
    El tramo en subasta abarcaba desde Torrevelilla hasta el kilómetro 253 de la carretera de Zaragoza a Castellón, situado aproximadamente a un kilómetro al sur del actual polígono industrial de Las Horcas. Su longitud era de 12.796 metros y tenía un ancho total de 5 metros, de los cuales 3,5 metros correspondían al firme y 1,5 metros a los pasos laterales. El firme consistía en una capa de piedra machacada de 20 centímetros de grosor en el centro y 11 centímetros en los bordes, recubierta con una capa de recebo para rellenar los huecos y garantizar una superficie uniforme. La construcción del puente del Molinet supuso un gran alivio para quienes, hasta entonces, debían enfrentarse a las dificultades de cruzar el vado del río Mezquín. Las cuentas de la herrería de Miguel Pérez, en La Codoñera, muestran un intenso trabajo diario durante los meses de julio a septiembre de 1911. A la herrería llegaban entre 4 y 16 barrenas diarias para ser afiladas, además de picos y palas, junto con la tarea de herrar a las caballerías, con excepción de los sábados y domingos. Entre el 23 y el 24 de agosto se afilaron 31 barrenas, 40 palas y 4 picas, reflejando la gran actividad que había esos días.

Los tramos segundo y tercero

Los trozos 2º y 3º fueron subastados el 14 de abril de 1909, adjudicados a Bautista Gutiérrez por 229.190 pesetas, para realizar la obra en el plazo de cuatro años. El 2º trozo iba desde el cruce del puente del río Matarraña al límite provincial, una longitud de 10, 849 kilómetros. El 20 de diciembre de 1912 se hizo la entrega oficial del trozo segundo de la carretera, en presencia del ingeniero jefe de Obras Públicas de Teruel, Alfonso Royo y del ingeniero Marqués.
    Enlace de la carretera de Alcolea del Pinar a Tarragona con Torrevelilla a Maella junto al puente del río Matarraña.
    El tramo 3º se extendía desde el límite provincial anterior hasta Maella, con un recorrido de 6,918 kilómetros. El 1 de agosto de 1910 comenzaron los trámites para expropiar las fincas necesarias en el término de Maella. A finales de 1914, continuaban los los procesos de expropiación. El 31 de enero de 1916 se publicó la entrega de las obras de los tramos segundo y tercero, así como el inicio del plazo de treinta días para que el alcalde de Maella presentara las reclamaciones que tuviera en contra el contratista de los trabajos realizados. Desde la presentación del proyecto hasta su finalización habían transcurrido veinte años. Su ejecución, además de mejorar las comunicaciones entre los pueblos, representó una importante oferta de empleo público, lo que ayudó a paliar, en parte, las dificultades económicas que afectaron a los jornaleros durante esos años.


        Artículo publicado en la revista Compromiso y Cultura nº 126

martes, 17 de diciembre de 2024

CACIQUISMO Y RIVALIDAD POLÍTICA EN LA CODOÑERA DE 1904

 


    La Codoñera en los primeros años del siglo XX contaba con 1.351 habitantes, 693 hombres y 658 mujeres. Las comunicaciones en esos años eran muy malas, reducidas a caminos vecinales y de herradura. El pueblo contaba con una escuela de niños y otra de niñas, 3 carpinterías, 5 tiendas de comestibles, una fábrica de chocolate, cerería y blanqueo de cera, 5 molinos de aceite, 3 herrerías, 2 zapateros, 1 tejedor, 4 tratantes de ganado, 1 tienda de paquetería y quincalla, 2 tiendas de tejidos, 2 posadas. Un hospital de beneficiencia administrado por el cura párroco y el alcalde. Contaba también con un médico; 1 farmacéutico y 1 veterinario. La agricultura era la actividad principal del lugar, por lo que años seguidos de sequías y granizadas podían dar al trase con las cosechas de aceitunas, principal motor económico del pueblo. Cuando las cosechas eran malas, llegaba el descontento popular. Alrededor de los principales propietarios, se movían gran número de jornaleros que necesitaban completar sus magros recursos ofreciendo su trabajo. A ello se añadía el malestar permanente por el impuesto de consumos, que gravaba más a los consumidores de artículos de primera necesidad que a los objetos de lujo. Considerado como una injusticia social, provocó repetidos estallidos de violencia hasta que fue suprimido. El 17 de octubre de 1897, se produjo una de estas protestas colectivas en La Codoñera que afectaron a muchas poblaciones bajoaragonesas. La crisis venía de lejos y desde 1887, existía además, un importante flujo migratorio hacia las zonas industriales y de Ultramar. La devaluación monetaria tras la guerra de Cuba y la especulación en la distribución de granos en los mercados condujeron a nuevos motines por el encarecimiento de las subsistencias. Las clases pudientes aseguraban el orden social en la comunidad, en sus manos se hallaban el gobierno del ayntamiento y la justicia municipal al proponer los nombres de juez y fiscal municipal. Estos clanes trataban de conseguir todo el poder lo que ocasionaba rivalidades entre ellos, diferencias que fueron aprovechadas por los políticos cuando intentaban captar votos apoyándose en uno u otro bajo la promesa de conseguir para el lugar, la construcción de una carretera o de un embalse en el río Mezquín. La dependencia económica de los jornaleros representaba un clientelismo necesario en estos períodos electorales, lo que suponía una división del entramado social partidario del patrono o cacique y del partido al que pertenecía. Este estado de conflictividad no era exclusivo de La Codoñera, los motines por consumos, por el ferrocarril o contra las autoridades de localidades bajoaragonesas, aparecen con frecuencia en la prensa de la primera década del siglo XX.


    División política y social

    La polarización política del país en dos partidos: Conservador y Liberal tuvo su pequeño reflejo en La Codoñera, asignaba al distrito electoral de Valderrobres. El reparto de escaños entre ambos se mantuvo bastante equilibrado entre 1876 y 1898. Este período fue seguido de un cacicato conservador estable entre 1899 y 1907, y de otro de afiliación liberal entre 1910 y 1923. El conservador Salvador Bermúdez de Castro y O´Lawor, marqués de Lema, desde 1899 subsecretario del Ministerio de la Gobernación, controló los distritos de Valderrobres y Alcañiz.

    El industrial Pedro Molins Amela estaba bien relacionado con el partido conservador de Teruel y en particular con el marqués de Lema. Las familias Margelí y Pallarés formaban el núcleo del partido liberal. La división entre estos grupos creó una fuerte rivalidad entre los vecinos con vínculos afectivos, ideológicos o de trabajo de unos con otros. En los comicios de primeros de siglo, los votos de ambos partidos estaban muy igualados. Menudearon los fraudes electorales, la rotura de urnas y las riñas entre vecinos, en lo que se llegó a considerar una guerra local de partidos. Se ejercieron presiones sobre los votantes y amenazas de no pagar el jornal a quienes no votaran a su candidatura. El 10 de septiembre de 1902, hubo disparos y poco después se encontró muerta una mujer de un disparo en la cabeza. Fueron detenidos un guarda y un vecino. La noche del 8 de diciembre fueron detenidos tres vecinos. La tarde del 28 de diciembre de 1902, hubo un altercado en el ayuntamiento entre el secretario municipal Espada y Vicente Paricio que lo llamó embustero cuando acompañado de Ladislao Pallarés, quiisieron llevarse a la fuerza algunos documentos del archivo alegando éste último su calidad de alcalde en ausencia del titular. Poco después desaparecieron documentos del archivo municipal y del juzgado, que según el secretario, eran aquellos que habían sido reiteradamente solicitados por los concejales opositores al nuevo alcalde, Pedro Molins Amela. La presión que ejercieron sobre el secretario logró que fuera relevado de su cargo, aunque presentó un recurso de alzada contra la decisión. En la distancia, el marqués de Lema, fue informado del problema, prometió hacer valer su influencia para que el recurso no prosperara y lamentaba los hechos ocurridos por su poca vigilancia. El recurso sería olvidado y el secretario cesado.

   La noche del 9 de febrero de 1904, hubo una tentativa de robo en el Ayuntamiento, con testigos poco creíbles, uno de ellos el secretario. La Guardia Civil, por mandato del juez municipal detuvo a numerosos vecinos opuestos al alcalde Amela a quienes llevó al juzgado municicipal para ser interrogados todos ellos ante el secretario Espada. No se pudo descubrir al autor, ni se pudo demostrar que hubiera robo, por cuanto la caja con los fondos municipales se halló intacta. La nueva junta municipal declaró responsables de ciertas cantidades al alcalde Juan Manuel Margelí y al secretario accidental durante el período 1899-1901.

    Dos días más tarde, un centenar de vecinos enviaron una carta a los periódicos Heraldo de Aragón y El Progreso explicando el caciquismo que había en la localidad y las irregularidades que se habían cometido con el supuesto asalto. Los firmantes representaban la tercera parte de los votantes de la población, entre ellos el médico José Tello y los propietarios Juan Manuel Margelí, Ladislao Pallarés, Tomás Molins Margelí y Tomás Lorenzo.

    La madrugada  del 26 de marzo de 1904, se halló muerto en la calle Albellones a José Secas Sancho, de 17 años, con un tiro en la cabeza y otro en el pecho. El Eco de Teruel del 29, dio otra versión: "Por razones que se ignoran, los guardias municipales de La Codoñera, Pedro Velilla y José Blasco, tras mantener una breve conversación con el vecino José Secas Sancho, le dieron muerte con sus espadas; no contentos, le machacaron la cabeza con las tercerolas que llevaban, los cuáles se rompieron en dicha operación". Uno de los guardias fue condenado y murió en la cárcel en extrañas circunstancias. Sin embargo, la tradición oral aseguró que el asesino era el guardaspaldas y hombre de paja del alcalde, que en ese momento paseaba con el guarda.


    La  mediación de hombres buenos

    En los días siguientes se fueron caldeando los ánimos y el 3 de abril, el alcalde Pedro Molins Amela escribió a Juan Pío Membrado y Mariano Angosto de Belmonte para que mediaran entre los vecinos. El párroco se declaró impotente para poner orden en el pueblo y reconocía  su nula influencia sobre el vecindario. El 9 de junio, una comisión formada por seis belmontinos redactó un manuscrito de 25 páginas titulado "Mensaje para Codoñera", con su propuesta para acercar posiciones. El documento destacó cinco puntos principales y sus posibles soluciones:

1º Una desgracia personal en la que actuarían los tribunales.

2º Un presunto asalto a las Casas Consistoriales. Dado que las pesquisas policiales no lograron descubrir al autor ni se pudo demostrar la existencia del delito, proponían olvidar el tema.

3º Una presunta distracción de fondos del municipio. Consideraban que no hubo beneficio de nadie en particular, sólo irregularidades derivadas de la complejidad administrativa, sin responsabilidad criminal.

4º Unos empleados municipales que no gozaban de la confianza de todos los vecinos. Proponían nombrar dos personas competentes que examinaran la documentación y se repartiera el daño en dos mitades, una a cargo de los infractores y otra costeada por el vecindario.

5º Un Ayuntamiento que no satisfacía a todos por ser hijo de unas elecciones realizadas en plena lucha. Proponían declarar vacante el cargo de secretario y nombrar otro de forma temporal elegido por consenso o por la Comisión.

    Siendo las elecciones municipales, el momento que más excitaba las pasiones y de mayor riesgo para romper la concordia, sugerían que antes del plazo para la votación, se colocaran en una urna diez papeletas con los nombres de los principales propietarios que elegirían los cargos de Alcalde, Juez Municipal y un Concejal. Una segunda urna, que nombraría un concejal y una tercera urna a otro, según su capacidad económica.

    La comisión hizo un alegato para respetar las opiniones contrarias, votadas democráticamente y apremió a las mujeres  para que ayudaran a apaciguar los ánimos de los hombres dispuestos a pelear por defender a toda costa sus ideas. Se instó a superar las diferencias y juntar los esfuerzos para pedir del gobierno central la construcción de caminos, teléfonos, escuelas primarias y de agricultura, respeto a los ayuntamientos y libertad para administrarlos. El 7 de julio, la Comisión, después de constatar que los dos bandos habían propuesto rectificaciones a todos los puntos y al "...no existir ningún género de ilusiones", dio por terminado el trabajo.

   Pedro Molins Amela continuó como alcalde hasta su fallecimiento en 1910. A partir de esa fecha, se impuso el partido liberal. Ricardo Pallarés, hermano de Ladislao, pasó a ser nuevo alcalde.


   Artículo publicado en la revista Compromiso y Cultura nº120





    


    

   

jueves, 17 de octubre de 2024

LA SIBERIANA, UNA EMPRESA CASI CENTENARIA

 


    Los orígenes

    Los hermanos Joaquín y Juan Antonio Fuster Pallarés descendían del pueblo de Zorita en Castellón, y pertenecían a una familia de carreteros. Juan Antonio Fuster vivía con su mujer Dominga Sabater  y sus hijos José, Ramón y Domingo en la Avda. Bartolomé Estevan de Alcañiz. En 1931, su nombre figura en la matrícula industrial como poseedor de un carro de uso propio en el mismo domicilio. Dos años más tarde se le cita como constructor de carros. Domingo encontró empleo en las obras de construcción del ferrocarril de Val de Zafán.

   En 1936, Joaquín Fuster Pallarés poseía la fábrica de hielo llamada "El Polo Norte". Sus sobrinos José y Ramón Fuster, fundaron en 1931 una fábrica de hielo en la carretera de Zaragoza.

    Durante el bombardeo del del 3 de marzo de 1938, la residencia familiar quedó destruída y la familia fue a vivir a una masada hasta que acabó la guerra. En la carretera de la Estación se instalaría posteriormente la fábrica de gaseosas.

    Durante el último año de la guerra, José, junto a dos amigos, puso una taberna en la Plaza de Santo Domingo donde vendían gaseosas y bocadillos a los soldados acantonados en la ciudad. Las ganancias  fueron sustanciosas y permitieron a cada uno de ellos hacerse una casa. Tenían una camioneta que los soldados le confiscaron, pero al llegar al arrabal se les paró. Acudió José que pudo ponerla en marcha y recuperarla para el uso de la fábrica. En otra ocasión, durante la batalla del Ebro, mientras Franco estaba en Alcañiz, unos soldados fueron a buscar hielo y José les dijo que no había y por ello, no lo podía vender. Los militares enfadados replicaron que "si sabía a quién le negaba el hielo", a lo que respondió que "daba igual para quien fuera, que no estaba helado y no se lo podían llevar".

   A principios de los años 40, los tres hermanos construyeron unas viviendas en la carretera de Zaragoza. Un zahorí llamado Ángel les señaló el punto dónde podían encontrar agua y a qué profundidad la hallarían, por lo que perforaron un pozo al que nunca le faltó el agua. Entre 1931 y 1966, al frente de la fábrica de hielo, se encontraban José y Ramón Fuster Zapater.

   Las barras de hielo se llevaban a la estación envueltas en paja y se repartían por los pueblos del Bajo Aragón. Durante años, la gente iba con un cubo a comprar trozos de hielo para conservar los alimentos y tener bebidas frescas durante el verano. La fábrica trabajaba día y noche.

   Polos y caramelos helados

   Se dice que el primer polo fue inventado por casualidad en 1905 por un niño de once años, Fran Epperson, que vivía en la Bahía de San Francisco. Había preparado un refresco casero mezclando unos polvos concentrados de frutas con agua con un palo para removerlo. Llamado por sus padres, lo olvidó y lo dejó al aire libre. A la mañana siguiente, tras una noche muy fría, encontró el líquido congelado alrededor del palo. Hasta 1923 no patentó su invento. Los primeros polos en España fueron fabricados en Alcañiz en 1931.

   Los polos se obtenían en unos moldes que se se sumergían en una piscina con agua salada y amoníaco. Empleaban sacarina en lugar de azúcar para evitar que se dañara la textura del hielo, un edulcorante llamado dulcina y esencias de diferentes sabores, vainilla, fresa, chocolate. Finalmente añadían un mango, que era un trozo de caña recogido en La Estanca. También se producían caramelos helados, obtenidos de la misma manera que el hielo, en unos tubos estrechos y largos que se llenaban con mantecado, leche, chocolate, fresa, etc. Se cortaban y se envolvían igual que los caramelos.

   Espumosos La Siberiana

   La fábrica de gaseosas empezó a funcionar después de 1948, primero en la Plaza Cabañero y luego pasó a la Carretera de la Estación nº 22. Para las gaseosas producían un jarabe obtenido con ácido cítrico, dulcina, sacarina y esencia de limón que se ponía en una botella a la que se añadía agua con ácido carbónico. La fábrica contrataba varias mujeres para trabajar durante el verano, antes de empezar la jornada laboral rezaban el Rosario. El reparto, se realizaba mediante un isocarro y luego con dos camiones, un Ford de color azul y un Mercedes verde. En la década de 1970 competía con la otra empresa alcañizana de gaseosas, La Pilarica.

   También producían una bebida de cola, sifones y un refresco que se vendía bajo la marca La Colegiata, patentada en 1960. Los sifones se fabricaban añadiendo ácido carbónico al agua en una botella especial. Las colegiatas eran refrescos de limón o naranja con azúcar que se vendían en botellas de cristal que llevaban grabada la silueta de La Colegiata de Alcañiz que fueron muy demandadas. Del empleo de las esncias extraídas de las pieles de naranja y limones en los refrescos, surgió la idea de añadirlos a los polos. Su publicidad en la radio y a nivel de calle, hicieron muy popular una canción que decía:

                                                         Que rica es la Colegiata

                                                        Con buen aroma y mejor sabor

                                                           Todos la piden para beberla 

                                                         Porque ya saben que es buen limón

                                                               ¡Camarero, una Colegiata!

   Desde 1956, La Siberiana colaboró en todos los certámenes deportivos que se celebraron en Alcañiz, principalmente en los concursos de pesca, ciclismo, fútbol, etc. y participó en la entrega de premios a los ganadores. La fábrica de gaseosas cerró en los primeros años de la década de los ochenta, mientras que la fábrica de hielo lo hizo poco antes del cambio de década.

   En estos casi cien años de existencia de La Siberiana, se han vivido momentos duros. Durante la Guerra Civil sufrió daños durante el bombardeo aéreo de Alcañiz el 3 de maezo de 1938. El 21 de agosto de 1979, se produjo un robo en el almacén de bebidas de La Siberiana, propiedad entonces de Antonio Fuster y Amparo Fuster, en el que sustrajeron 13.000 pesetas. Pero el incidente más grave ocurrió el 19 de julio de 2014, cuando el almacén sufrió un aparatoso incendio al propagarse el fuego desde una finca rústica contigua por causa de las fuertes rachas de viento. Explotaron varios bidones y el almacén y su contenido sufrieron graves daños.

   La tercera generación

   Ramón tuvo dos hijos, Antonio y Amparo que continuaron la empresa. José tuvo tres hijas, María, Irene y Josefina que siguieron con la actividad empresarial hasta que se casaron. José, al retirarse, vendió su parte a su sobrino Antonio Fuster en 1966. En la actualidad es la tercera generación al frente de La Siberiana, dirigida por Inmaculada y Carlos Fuster, hijos de Amparo Fuster. La actividad empresarial se ha canalizado hacia el sector industrial que atiende a la hostelería (distribución horeca) en las comarcas del Mezquín, Matarraña, Bajo Aragón y Bajo Aragón Caspe.

   Agrdecimientos:

   Los autores agradecen la información prestada por María Jesús Fuster Buj y Rosa Senante Fuster, que ha permitido el redactado de este artículo.


   Artículo publicado en la revista Compromiso y Cultura nº 117

viernes, 4 de octubre de 2024

LAS RONDAS CARLISTAS DEL BAJO ARAGÓN

 



   Durante la Tercera Guerra Carlista, la obtención de los recursos necesarios para mantener la burocracia del estado y la guerra fue un serio problema en las zonas en lucha, sobre todo por parte carlista. Para debilitar al contrario, ambos bandos impusieron multas por tener familiares en el ejército oponente y dictaron medidas coercitivas para embargar sus bienes. A estas dificultades, se añadía que las partes contendientes, se coportaban como si se movieran en un territorio ocupado, con exigencias en víveres (pan, carne y vino) e impuestos a las poblaciones. Estas se encontraban permanentemente endeudadas e imposibilitadas de sostenerse si las cosechas eran adversas. La escasez de grano encareció precios del pan y los bajos precios del vino, junto a las duplicaciones e incluso triplicaciones del pago de las contribuciones, arruinaron a los campesinos con menos recursos. El ayuntamiento de Alcañiz envió una comisión a Madrid, en agosto de 1874, para que negociara los asuntos de la guerra en la ciudad, especialmente el pago de las contribuciones. El resultado de la gestión, salvo por las buenas palabras que se dijeron, no tuvo logro alguno.

   El 13 de octubre de 1873, el general carlista Marco de Bello entró en Cantavieja que poco después se convirtió en capital del estado carlista. Marco demostró ser un buen administrador civil y militar, pero fue muy criticado por sus compañeros de armas y por los asesores del pretendiente Don Alfonso que le consideraban "mejor administrador que militar", al pagar puntualmente a sus soldados. En Cantavieja instaló la oficina de administración y hacienda, con una caja única que centralizaba el pago trimestral de las contribuciones territorial e industrial, según los repartos acordados. Allí debían acudir los representantes de hasta 250 pueblos para efectuar las liquidaciones. Las duplicidades en los pagos eran frecuentes cuando otras partidas se movían por el mismo territorio. Cuando las fuerzas de Aragón se desplazaban hacia el río Martín o por la línea de Montalban a Teruel, eran reemplazadas por las de Polo, Vallés, Panera y Pascual que exigían las mismas contribuciones además de otras exacciones. Marco, se entrevistó con Vallés, comandante general interino de Valencia y Castellón para definir sus áreas de actuación y cooperar en las operaciones militares. Como Vallés continuara recaudando impuestos en el Maestrazgo controlado por Marco, éste se quejó al ministro de la Guerra General Elio, quien emitió una orden, el 12 de enero de 1874, para corregir la conducta de Vallés. En marzo de 1875, al producirse en la zona del Matarraña nuevas rivalidades entre la Ronda de Fabara y los recaudadores de Vallés, Dorregaray prohibió dar dinero o raciones a quienes no pertenecieran a las tropas carlistas de Aragón.

   Con la proclamación de la I República, el 11 de febrero de 1873, la Tercera Guerra Carlista alcanzó su grado mayor de intensidad. El suceso más importante acaecido en Caspe fue la entrada de Vallés el 16 de octubre con 2.000 hombres y 150 caballos, sin encontrar resistencia a su entrada. Los 72 Voluntarios de la República que custodiaban el fuerte del Castillo de la Bailía, se entregaron de forma inmediata. A Vallés se le sumaron 600 caspolinos que, en unión de los carlistas, prendieron fuego al Castillo de la Bailía y al viejo Convento de la Orden de San Juan. Vallés exigió a los contribuyentes 41.327 pesetas.

   El 21 de febrero de 1874, la fuerza carlista dirigida por Marco de Bello, compuesta por unos 3.000 soldados y 250 caballos, se dirigió a Maella y Caspe para recaudar fondos destinados a la compra de armamento y al pago de los uniformes que vestían sus hombres. En Maella recaudó solamente 40 duros de los 13.000 que esperaba requisar y luego marchó a Caspe, donde recaudó 33.500 reales. La llegada de las tropas de Despujols le hizo huir y le capturó más de 250 hombres, numerosas armas de fuego, 80 caballos y la recaudación realizada.

   Para no distraer más soldados de los necesarios, en 1874 se crearon rondas volantes que recorrerían los pueblos para cobrar las contribuciones y estaban formadas por pequeños grupos armados que acompañaban al recaudador. Su uniforme en un principio era muy variopinto, estaban cubiertos con boinas rojas rojas, blancas o azules y traje popular o con polainas encarnadas y blusas azules con lista también encarnada en el pantalón, armados de trabucos, escopetas, fusiles recortados, sables, puñales y algún revólver. A su llegada a un lugar, publicaban un bando para que los vecinos fuesen a pagar las cuotas, bajo pena de 200 reales de multa y la amenaza de llevárselos y comer de su bolsillo. Los primeros en acudir eran normalmente los principales propietarios, los cuales en ocasiones adelantaban el pago, mientras la mayoría de los contribuyentes se mantenían a la expectativa. Las desudas se veían rebajadas si justificaban haber cumplido los pagos anteriores. Cuando la ronda abandonaba la población se llevaba la lista de terratenientes para que pagaran sus cuotas y otra con los morosos. De las cantidades cobradas, se extendía un recibo. Los pueblos debían acudir a Cantavieja para efectuar la liquidación o eran multados en caso de no presentarse. Con quienes no cumplían, por motivos idealógicos o por causas personales, se empleaban métodos violentos, como destrozo de puertas de sus casas, y las confiscaciones de colchones, camisas, sábanas, jamones, etec. En determinadas ocasiones se produjo el encarcelamiento de los componentes de los ayuntamientos que se resistían al pago.

   Los mandos militares gubernamentales se opusieron a que las localidades pagaran las contribuciones, pero aquellas situadas en áreas desguarnecidas de fuerzas prefirieron  continuar con el pago. Para evitarlo, las tropas gubernamentales recorrían esos puntos, y a su vez, también exigían el pago de las mismas contribuciones. Así, el 17 de mayo de 1875, los batallones de Guadalajara y Orense regresaron de Caspe con más de 60.000 reales de los cobros efectuados. La desviación de fondos fue severamente castigada por los carlistas. En enero de 1875, fue detenido el comandante de armas de Beceite por exigir contribuciones sin tener autorización para ello y el día 16 se fusiló a un oficial por desertar y fugarse con 15.000 duros de la recaudación. El 20 de febrero, el comandante de armas de Valderrobres fue llevado a los calabozos de Cantavieja para ser juzgado por malversación de caudales, por orden de Gamundi. Las rondas, además de cobrar contribuciones, se encargaban de mantener el orden público en el territorio que controlaban. Se encargaban de recoger a los mozos de 19 años para incorporarlos a sus filas como voluntarios. Quienes no lo hacían eran buscados y conducidos a puntos fortificados y unidos a aquellos que habían sido indultados por el gobierno y que no querían volver a filas. También interceptaban la correspondencia oficial, aunque se respetaba la particular. En Aragón funcionaron seis rondas o partidas recaudatorias, encuadradas dentro de la tercera brigada de Aragón que mandaba el brigadier Pascual Gamundi.

   La Ronda de Alcañiz, al mando del alférz de caballería Narciso Carceller "El Seco de las Parras", contaba con 70 infantes y 6 caballos. Gamundi, lo nombró sargento de su partida e 1873 y le permitió moverse por el distrito de Alcañiz. Sus hombres se encargaron del cobro de los pueblos situados a ambos lados de la carretera de Morella. La ronda fue muy temida en todo el Bajo Aragón y la presa le atribuyó todas las tropelías posibles. Así, el 16 de mayo, El Mercantil Valenciano publicó la siguiente noticia: "Hace tres días que se encontró en las Cuevas de Castellote el cadáver de un desgraciado liberal, mandado fusilar por orden del cabecilla el Seco de las Parras , célebre ya en estas comarcas por la frecuencia con que repite hechos de esta naturaleza". El 10 de junio de 1875, se hallaba en Calanda camino de Foz Calanda con la ronda de Pericón, donde cortó por segunda vez la acequia Vieja. A primeros de julio estaba en Castelserás, de nuevo junto a Pericón, como protección del ejército carlista cuando se retiraba hacia Alcañiz y Caspe. La desmoralización causada por esta retirada y el constante acuso por parte de las columnas volantes del gobierno provocó entre el 3 y el 20 de julio la deserción de 105 hombres que se presentaron en Alcañiz para pedir el indulto. El 17 habló de los pocos hombres que le quedaban para proponerles que quienes pensaran acogerse a indulto. Protegido por su familia en Las Parras pero acosado por las continuas batidas de la Guardia Civil, fuerzas del ejército y los voluntarios de Alcañiz, salió de su escondite y se entregó en La Ginebrosa el 1 de octubre. En los años siguientes, su presencia fue reclamada por los juzgados de Morella, Castellote y Mora de Rubielos. La madrugada del 24 de abril de 1878, se fugó de la cárcel de Alcañiz, al tiempo que el juzgado de Castellote lo reclamaba por lesiones y exacciones ilegales. El gobierno tocó a somatén en los pueblos de Mas de Barberans, Ulldecona, San Carlos de la Rápita, Alfara y Arnés, que junto con fuerzas de la Guardia Civil salieron en su búsqueda. Finalmente, el 25 de noviembre fue capturado y llevado a la cárcel de Valderrobres. En abril de 1879, fue reclamado por el juez de primera instancia del partido de Mora de Rubielos por asesinato. El 3 de octubre, fue condenado a 21 meses de prisión corrreccional en Castellote por dar palos a un paisano que llevaba un parte verbal al brigadier Despujols, dejándole gravemente lesionado y sin asistencia. El 24 de junio de 1887, mientras cumplía una larga condena en la la cárcel de Alagón, fue indultado merced a las gestiones del diputado de Alcañiz, Juan José Gasca. Por R.O. de 4 de 1889 se dispuso el sobreseimiento de la causa incoada por el Juzgado de Instrucción de Castellote por las exacciones y el incendio de los registros civiles además de otros excesos cometidos durante la guerra.

   La Ronda de Favara, fue liderada por el comandante de infantería José Ros, y contaba con 90 infantes y 6 caballos. En agosto de 1874, fue sustituido por Tomás Alonso Caspe. A lo largo de 1875 tuvo otros jefes, como Estrada de Alcañiz, Jerónimo Sorrosal y Pascual Navarro. Su área de operaciones se centraba en el Matarraña, aunque en ocasiones cruzaba el río Ebro adentrándose en los Monegros para efectuar recaudaciones. El 26 de enero de 1875, entró en Caspe y se apoderó de la correspondencia pública. El 4 de julio, la Ronda cruzó el Ebro en dirección a Francia, siguiendo el ejército de Dorregaray. Tras la conclusión de la guerra, el 15 de diciembre, el fiscal militar de Zaragoza emplazó a la Ronda para que rindiera cuentas de sus acciones y ordenó la detención de José Ros. Fue acusado de abrir fuego contra los carros que transportaban heridos, así como intentar llevarse prisioneros a dos artilleros heridos durante un enfrentamiento ocurrido el 4 de junio de 1874 contra las tropas de Despujols.

   La Ronda de Hijar, bajo el mando del comandante de infantería D.M Manero "Pericón", con 25 infantes y 124 caballos. A primeros de abril de 1874, siendo comandante de armas Alloza, fue encargado por Marco de recoger fondos en los pueblos alejados de Cantavieja. La prensa publicó que el día 9 de abril había muerto en La Ginebrosa en el curso de un encuentro con una columna del ejército en el que fueron capturados 50 hombres de una partida de 150 efectivos. El 11 de abril, cobró 5.000 reales en Calanda, mientras sus hombres recorrían las calles y cantaban:

                                                Hasta que llegue vencer,

                                                 Si puedo mascar el agua,

                                                  Ya no quiero más mujer

                                                   Sino fusil y canana.

                                                    Somos carlistas

                                                     De corazón

                                                     Que defendemos

                                                          La religión

   El 28 de abril, fue sorprendido en Ejulve por una columna del ejército mientras estaba recaudando con 40 hombres. Perdió su caballo y su partida tuvo varios muertos. El 4 de julio estuvo en Bujaraloz. A las 9 de la mañana del 14 de julio entró con 60 hombres en Híjar y destrozó el telégrafo. El 26 de agosto exigió 9.150 duros en Quinto que luego redujo a 4.000, rompió el telégrafo y se llevó al telegrafista, dos días más tarde se paseaba por las huertas de Alcañiz. El 3 de noviembre, fue destituído temporalmente por Gamundi, tras ser derrotado por Despujols. La noche del 7 de febrero de 1875, cortó la línea telegráfica de Calanda. El 4 de marzo se llevó 6.000 reales de la contribución de Caspe y el 10 de mayo destrozó el gallipuente de Castelserás. El 4 de julio cruzó el Ebro y entró en Bujaraloz camino de Barbastro. La Ronda fue derrotada por la columna de Delatre y posterormente pasó al exilio.

   La Ronda de Daroca, estuvo dirigida por el comandante de infantería D.B. Muñoz con 85 infantes y 8 caballos. Fue la última fuerza carlista en cruzar el Ebro y se encargó de destruir las barcas de Chiprana y Caspe para impedir el paso de las columnas perseguidoras del ejército de Weyler.

   La Ronda de Montalbán, su jefe fue Ramón León "El Chepa" con 20 infantes y 10 caballos.

    La Ronda de Josa, integrada por 20 infantes y 10 caballos.

   Al término de la guerra, los pueblos se hallaban arruinados. A pesar de ello, fueron obligados a pagar las contribuciones pendientes, aunque hubieran sido abonadas a los carlistas. Los recaudadores recorrían los pueblos exigiendo el pago, acompañados de fuerzas de la Guardia Civil y los voluntarios movilizados, para evitar desórdenes.


    Articulo publicado en la revista Compromiso y Cultura nº 116

  

   


miércoles, 2 de octubre de 2024

LAS CARRETERAS DE LA CODOÑERA

 


    Hasta finales de la primera década del siglo XX, ninguna carretera cruzaba el término de La Codoñera. Las comunicaciones continuaban siendo deficientes, con unos pocos caminos de carro y estrechas sendas restringidas al paso de las caballerías. A finales del siglo XIX, era voz general la necesidad de mejorar la infraestructura viaria de la provincia abriendo caminos que enlazaran las poblaciones y facilitaran el tráfico de mercancías. La profunda crisis económica vivida durante el último tercio del siglo, con un fuerte paro, crisis de subsistencias, huelgas y fuerte emigración, motivaron que las promesas en obras públicas (construcción de ferrocarriles, carreteras y pantanos) figuraran en los programas de todos los candidatos políticos, los cuales debían contar con el beneplácito del cacique local para ser elegidos. En este ambiente se sitúa el proyecto de carretera de Torrevelilla a Maella. La construcción del camino vecinal de la Val de Ripoll tuvo que esperar hasta la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera.

   Carretera de Torrevelilla a Maella

   La primera carretera construída en La Codoñera se remonto a la legislatura de 1893, cuando el Congreso de los Diputados sancionó la iniciativa presentada por el diputado liberal por el distrito de Alcañiz, Augusto Tomás Blanco, para la construcción de una carretera entre Torrevelilla y Maella pasando por La Codoñera, Torrecilla de Alcañiz, Valdealgorfa y Mazaleón. El 4 de julio de 1894, el Diario Mercantil de Zaragoza publicó la noticia de que el ingeniero de caminos Sr. Mendizabal había salido de Alcañiz para iniciar los estudios de la carretera de Torrevelilla a Maella, acompañado del personal de obras públicas. El 21 de julio de 1894, se aprobó su construcción pero no se realizó.

   En diciembre de 1905, Juan Pío Membrado, publicó en Tierra Baja, un artículo reivindicando la construcción de la carretera de Torrevelilla a Maella, incluida en el Plan General, que por su carácter trasversal uniría aquellos pueblos que disponían de ella. La vía propuesta atravesaría el camino de carro de Fórnoles a Castelserás en La Codoñera, el camino de carro de La Codoñera a Castelserás en Torrecilla y las carreteras de Zaragoza a Castellón y de Alcolea del Pinar a Tarragona en las Ventas de Valdealgorfa. Poco después, el 31 de agosto de 1907, el calacitano Santiago Vidiella, reclamó desde las páginas del Heraldo de Aragón la construcción de la citada carretera y de otras más necesarias para el porvenir de la Tierra Baja.

   El 8 de agosto de 1908, la Dirección General de Obras Públicas anunció en la Gaceta de Madrid que el 18 de septiembre se procedería a la subasta pública de las obras de construcción del primer trozo de la carretera de Torrevelilla a Maella, cuyo presupuesto de contrata era de 208.904 pesetas en una obra que se ejecutaría en cuatro años.

   El tramo subastado iba desde Torrevelilla al km 253 de la carretera de Zaragoza a Castellón (situado a 1 km al sur del actual polígono industrial de las Horcas). La longitud del trozo era de 12.796 m con un ancho de 5 metros con 3,5 de firme y 1,5 en los mordientes, con una capa de recebo encima para llenar los huecos. Debían construirse tres pontones, uno de los cuales era el puente sobre el río Mezquín en el Molinet, además de 3 badenes de 15 m y 7 de 10 m. Su conservación costaría 224 pesetas/km. La construcción del puente del Molinet suponía un alivio para quienes debían cruzar el vado del río cuando se producían crecidas.

   Las cuentas de la herrería de Miguel Pérez, situada en la calle de la Nevera, muestran que se trabajó intensamente durante los meses de julio a septiembre del año 1911. A la herrería se llevaban a afilar entre 4 y 16 barrenas diarias, además de picos, palas, y se ponían herraduras a las caballerías, excepto los sábados y domingos. Entre los días 23 y 24 de agosto se afilaron 31 barrenas, 40 palas y 4 picas.

   Esta carretera, considerada de categoría local, corresponde a la actual A-2.408. Se inicia en el km 14,4 de la carretera de Castelserás a Torrevelilla (actual A-1.409) y tras 2,5 km llega a La Codoñera. La caretera continua hacia hacia Torrecilla (km 6) y luego por la llamada carretera de Sanchernar sigue hacia la general de Morella (N-232).

   El primer autocorreo de la línea Alcañiz-Castellote llegó el 29 de octubre de 1922. El 29 de mayo de 1923, se inauguró el servicio de autocamión de la empresa Hijo de Rufino Foz para carga y pasajeros entre La Cañada y Alcañiz. El 22 de julio de 1923, se produjo un grave accidente cuando el camión de Rufino Foz atropelló a las 5 h 30 minutos de la tarde a un carretero de Vinaroz en La Pesquera. Durante los combates del 19 de marzo de 1938, el puente del Mezquín, en el Molinet no resultó afectado. En 1948 se repararon los km del 6,1 al 12, 9.

   En mayo del 2000, la Dirección General de Carreteras del Gobierno de Aragón publicó el proyecto de acondicionamiento de la carretera entre La Codoñera y Torrecilla de Alcañiz, presupuestado en 25.000.000 de pesetas. Se realizaron voladras de las rocas que forzaban a unas peligrosas y cerradas curvas de la carretera sobre el río Mezquín.

   Las longitudes de los tramos acondicionados fueron:

   De La Codoñera a la carretera A-1409 ----2.479 metros

   De La Codoñera a Torrecilla de Alcañiz ---2.885 metros

   Intersección a La Codoñera ------------------374  metros


Artículo publicado en el programa de fiestas patronales de La Codoñera de San Cosme y San Damián de 2024.


viernes, 17 de mayo de 2024

CHOCOLATES EN EL BAJO ARAGÓN

 


    En 1534, el monje cisterciense Fray Jerónimo Aguilar, que acompañó a Hernán Cortés a México, envió el primer cacao (Theobroma cacao) a España al abad del monasterio de Piedra, Don Antonio de Álvaro. Junto a las semillas remitió la receta para tomarlo. Los monjes consideraron que no se trataba de un alimento al no estar citado en el Antiguo Testamento, por lo que su consumo no rompía los ayunos que debían hacer. De este modo, el cacao pasó a ser una bebida habitual de los monjes.

    No fue hasta el siglo XVII cuando el cacao empezó a salir regularmente desde el puerto de Veracruz, abriendo una ruta comercial marítima que abastecería la nueva demanda de España, y posteriormente de Europa. Desde el primer momento se endulzó con azúcar de caña, y fueron los españoles los primeros en difundirlo. De esta manera, los monjes del monasterio fueron los primeros en cocinar chocolate líquido con una fórmula en la que el cacao, para endulzarlo, se le añadía, por primera vez en la historia, azúcar, canela y vainilla. En España el chocolate fue considerado exclusivamente como una bebida reconfortante y apenas era empleado en otros aspectos culinarios, existiendo raras excepciones de platos clásicos en los que el cacao se incluía en otros ingredientes.

    Aunque durante los primeros años, el chocolate fue considerado un lujo que sólo se permitían las clases pudientes que hacían ostentación de su poderío, su difusión alcanzó a los lugares más pequeños del territorio. En 1697, cuando el arzobispo de Zaragoza visitó la parroquia de La Codoñera, prohibió comer y tomar chocolate dentro de la iglesia, prueba del extenso uso que alcanzó este producto. Desde el siglo XVIII el chocolate se tomaba en desayunos, meriendas y reuniones sociales, incluso en días de ayuno. También a partir de esa época se empezó a consumir en tabletas.

    Desde el año 1745, el chocolate figura como uno de los productos obligados a tener en la tienda que arrendaban los Propios de La Codoñera. En 1776, cuando sus representantes viajaron a Madrid para gestionar el villazgo, se llevaron para el camino 12 libras de chocolate. Cuando vino el comisionado con el nuevo título, se gastaron, 99 libras por bizcochos en la tienda de Joseph Baded y 47 libras con 29 sueldos por 48 libras de chocolate para agasajarlo. Las chocolateras figuran también en muchos inventarios y testamentos, como el de Antonia Barrera, que en 1786 dejó su chocolatera a su hija monja. En 1824, se nombra la fabricación de chocolate a mano por parte del chocolatero Manuel Leal. En el año 1884, Francisco Molins encargó un manuscrito titulado"Libro que trata de la facultad y oficio de zuquerero, resolís, elados y otras cosas para el uso de Francisco Molins Burguera". Poco despùés fundó la casa Burguera, establecida en la calle Mayor y dedicada a la producción de confitería y chocolate. Francisco Molins fue el principal fabricante de dulces y chocolate vendiendo sus productos por toda la comarca. Su trabajo fue continuado por su hijo Pedro Molins Amela, que dirigió la empras junto con la fabricación de cera. A nivel oficial, el obsequio de chocolate a las autoridades que visitaban el pueblo formaba parte del protocolo del ayuntamiento, y también a nivel particular en los acontecimientos familiares.

     En Alcañiz, la casa "Chocolates Díaz" se remontaba a 1800 cuando era una confitería que fabricaba turrones y dulces. El empleo de cacaos procedentes de las codiciadas y escasas producciones de Apolambas (Alto Perú), Socomismos (Guatemala) y Caracas. aumentó la popularidad y sus ventas por la calidad de sus chocolates. En 1820 había cuatro tiendas con venta de chocolate (Joaquín Albalate, Mariano Gil, Miguel Zapater y Martín Pascual). En el catastro industrial de 1829, figura una tienda propiedad de Miguel Díaz que compartía su actividad con los chocolateros Mariano Gil (tienda) y Miguel Zapater.

    En 1851 se fundó en Madrid , "Chocolates Matías López", la primera empresa chocolatera con producción industrial. Matías López, escribió varios libros sobre el origen, uso y fabricación del chocolate, y fue pionero en el uso de la publicidad. El chocolate empezó a venderse en tabletas envueltas con su marca y reclamos en forma de cromos y postales. En 1854 había en Alcañiz las lonjas de chocolate de la viuda de Miguel Díaz, de Lorenzo Alonso, de Ramón Dehesa, de la viuda de Mauel Marquéz y los chocolateros Elías Navarro y Antonio Cerdán. Unos pocos años más tarde, en 1864, se nombra la fábrica de chocolates de Aniceto Abejar.

    En septiembre de 1867, bajo el título de "La Carmelitana", se promocionaba como gran fábrica de chocolate, cerería y confitería, una tienda de alimentación de la Plaza del Carmen nº 36. Su propietario, Vicente Díaz, con dos tercios de siglo en el oficio aseguraba la calidad de sus chocolates por la buena elección de azúcares y canelas, a pesar de no poder disponer del cacao que antes venía de las colonias americanas y que tras su pérdida, fue sustituído por el de Guinea. Los chocolates, molidos a mano y a máquina, se vendían en Tortosa, Morella, Zaragoza y Barcelona. Los precios iban desde los 4 a los 7 reales por libra de chocolate.

    En 1885 los chocolateros alcañizanos era, Vicente Blanc Burgués, Nicolás Sancho Zapater y Vicente Díaz, cuya "Fábrica de Chocolates Vicente Díaz" de la calle Alejandre nº2, se especializó en la elaboración de este producto que vendía por todo el país. En 1895 la fábrica estuvo en manos de Miguel Díaz y Compañía. Entre 1899 y 1937, fue dirigida por Miguel Díaz Gascón quien a primeros del siglo XX la electrificó.

    La otra empresa chocolatera que mantenía su actividad por esas fechas era la de Jerónimo Gil Bonet con "Chocolates y Cafés Gil"

    En 1925 se abrió al público la confitería "El Buen Gusto" de Antonio Alejos y Carmen Pamplona en la calle Alejandre nº 2.

    Durante la Guerra Civil, Alcañiz sufrió los daños de los bombardeos de la aviación italiana y las dos fábricas de chocolate dejaron de funcionar. El 26 de marzo de 1938, la fábrica de "Chocolates, Confitería y Ultramarinos" de Jerónimo Gil, acusó las dificultades del momento y anunció que se traspasaba por no poder atenderla. Sin embargo, entre los años de 1940 y 1945, mantuvo la matrícula industrial de un molino de cacao situado en la calle de Amposta nº 1 y se anunciaba en las Fiestas Patronales de Alcañiz de 1943 (Archivo Municipal de Alcañiz)

    El chocolate, como otra afinidad de alimentos fue un producto racionado en la posguerra. En 1941, "Chocolates Díaz" reabrió sus puertas bajo la dirección de Miguel Díaz Ferrer, con dos molinos de cacao en la plaza Mendizábal.

    La empresa "Chocolates Díaz" patrocinó, entre otras, una colección de 40 cromos titulada "Animales prehistóricos", dibujados por el ilustrador y acualerista valenciano Juan Masiá López. El dorso del cromo contenía una breve explicación acerca del animal representado, unas lecturas que estimularon la imaginación infantil en una época de escasos conocimientoas paleontológicos.

    Hacia 1954, la "Antigua Fábrica de Chocolates Díaz", se publicitaba junto a su otra actividad empresarial, "Hidroléctrica Industrial, S.A. En la década de los años 60, cerró definitivamente sus puerta y la fábrica de chocolates cayó en un progresivo estado de abandono. Finalmente, en 2022 sus propietarios vendieron parte del edificio situado en la calle de los Escolapios.

    Por su parte, la pastelería Alejos se mudó, en el año 2000, desde la Plaza de España a la calle Blasco, ahora gestianada por Antonio Alejos y María Isabel Palomo, últimos representantes de la dulcería tradicional alcañizana tras cien años de una actividad continuada.

   Los autores agradecen a las familias Díaz y Alejos, así como al Archivo Municipal de Alcañiz, la ayuda prestada para realizar el presente trabajo.



    Artículo publicado en la revista Compromiso y Cultura nº 113



    

jueves, 4 de abril de 2024

IRREGULARIDADES DERIVADAS DEL PAGO DEL VILLAZGO DE LA CODOÑERA.

 



    La obtención del privilegio de villazgo por parte de un lugar  y su independencia de la ciudad  de la que dependía  ofrecía notables ventajas al poder disponer de la jurisdicción civil y criminal en el territorio designado. Sin embargo, la concesión suponía un enorme gasto que debían afrontar todos los vecinos. El 17 de sepetiembre de 1771, se convocó al vecindario de La Cododeña para que se definiera respecto a las obligaciones y gastos que implicaría la concesión del Real Privilegio de Villazgo. El 95% de los asistentes estuvo de acuerdo. Quienes no asistieron fueron convocados en la Sala Capitular del Ayuntamiento. Las viudas y enfermos fueron visitados en sus casas por el alcalde y escribano, contándose entre ellos 72 vecinos a favor y 16 contrarios al villazgo. El 21 de mayo de 1776, Carlos III elevó al Lugar de La Codoñera a la categoría de Villa por tener una población de 210 vecinos útiles y 50 pobres (que carecían de bienes). La Hacienda Real, siempre necesitaba recursos, obtenía importantes cantidades de dinero en los procesos de emancipación. Ese dinero comprendía el pago a la Hacienda Real, los honorarios de los procuradores que realizaban las gestiones y la "Media Annata" que se satisfacía directamente a la Hacienda Real como beneficiaria de los cargaos públicos que se habían creado. El 5 de mayo de 1776, se firmó la escritura de pago del Real Servicio y la Media Annata que debía hacerse cada 15 años. A cada vecino le tocaría pagar 7.500 maravedíes.

    En 1772 se hizo un primer reparto (3.029 libras, 16 sueldos y 4 dineros) entre todos los vecinos, a razón de 9 libras de aceite por molada de aceitunas. Cuatro años más tarde, en 1776 hubo un segundo reparto para gastos no contemplados anteriormente (5.543 libras, 11 sueldos y 8 dineros). En 1780 se realizó un tercer reparto (510 libras) proporcional a los bienes que cada vecino tenía, el cual incluía los gastos originados por la visita del comisionado del Real y Supremo Consejo, del escribano, del asesor del ayuntamiento, una inspección ocular y la confección de un mapa de los terrenos litigiosos entre las villas de Castelserás, Torrevelilla y La Codoñera, que mandó realizar el Supremo Consejo en 1780, cuyo importe se repartió entre las tres villas litigantes. Las derramas fueron consideradas excesivas por Pedro Sanz de Thomas y por Miguel Insa, regidor segundo y diputado del común en 1781, quienes con 46 vecinos demandaron a los miembros de los ayntamientos de 1776 a 1781 y denunciaron la inacción constante del alcalde por su parentesco con aquellos. El 18 de febrero de 1782, comenzó un largo litigio ante la Real Audiencia de Aragón durante el que se sucedieron las irregularidades administrativas, el favoritismo de parientes, los abusos de poder, la falsificación de documentos, sentencias y recursos, que se prolongó hasta el año 1799, período durante el cual fallecieron muchos de los implicados.

    En un primer auto dictado en junio de 1782, el fiscal mandó devolver las cantidades cobradas en exceso en los dos últimos repartos y exigió la presentación, ante la Intendencia del Reino, de las cuentas de lo repartido y cobrado a los vecinos. Autorizó la reunión del Consejo General de Vecinos para dar a conocer el auto con el cese de los repartos y la devolución del exceso. Los demandados se opusieron y argumentaron que el libro de actas había sido manipulado cuando ellos dejaron el ayntamiento. las cuales mostraban sospechosas alteraciones de fechas, señales de raspado y enmiendas. Parece que el escribano, después de empezar a escribir con letras anchas y líneas apretó las líneas del reparto, como si le faltara papel, para dejar espacio a las firmas del pie de página que había recogido en blanco. En esa época, la contabilidad de un reparto de 5.000 libras era complicada y llevaba un mes de cálculos, sin embargo, en esa ocasión fue muy rápido y enseguida estuvo firmada por el escribano, sin aparecer muchas de las firmas de los presentes que sabían escribir. El fical reclamó el libro de repartos y paralizó temporalmente las devoluciones en una Real Provisión y Despacho del 3 de octubre de 1782. En una sentencia del 16 de noviembre de ese año, impuso una multa de 100 libras a cada uno de los componentes de los ayuntamientos, prohibió hacer más repartos y condenó al escribano a dos años de inhabilitación.

    El alcalde Joseph Faci y el escribano Francisco Alcober  denunciaron por vía criminal a Pedro Sanz y Miguel Insa, y los encerraron dos días en la cárcel del lugar en mayo de 1783. La sentencia de la Real Audiencia de Zaragoza del 27 de enero de 1786 los absolvió y condenó al alcalde y al escribano a devolver lo cobrado por las costas de un proceso a las que no tenían derecho, a la devolución de las cantidades percibidas y a indemnizar a los afectados con 6 reales de vellón por cada que estuvieron presos, además de pagar las costas procesales. Los componentes de los ayuntamientos de 1772 a 1776 fueron obligados e entragar las cuentas en el plazo de tres meses y forzados a apremiar a los vecinos morosos. En 1787, la Audiencia exigió también la presentación de los justificantes de los repartos y dos años más tarde, dictó un auto que confirmó la falta de permiso para efectuar más repartos. El 4 de septiembre de 1790, el Consejo de Castilla, por medio del Conde de Campomanes, mandó que se cumpliera lo pedido por Pedro Sanz y Miguel Insa, pero la sentencia fue recurrida. El 15 de noviembre de 1791, el escribano Francisco Alcober presentó un escrito negando la acusación de haber cobrado 262 escudos del primer reparto.

    El 4 de octubre de 1793, la Audiencia remitió, por separado, las cuentas al tasador general y al contador de la Audiencia, para que resolvieran de modo justo. El tasador alegó que no podía afirmar que las partidas fueran conformes con el Real Arancel, afirmando que lo dado en gratificaciones no era válido y mandó que se pasaran los autos al contador. El 13 de octubre los procuradores de los acusados pidieron su absolución. Blas de Torres, contador interino de la Audiencia, fue designado, en noviembre de 1794, para estudiar los gastos de las partidas. En su informe, expuso que algunas no se podían probar por no saber si el reparto se hizo con equidad; pero que el segundo reparto se hizo sin permiso, sin haber justificado las cuentas del primero, motivo por el cual el fiscal había ordenado en junio de 1782 que los ayuntamientos devolvieran las cantidades cobradas de más y en julio de 1783 declaró la nulidad del segundo reparto y el derecho al reintegro. El contador rechazó muchas partidas de gastos por carecer de justificante y por tener dudas en su importe, negándose a reconocer las gratificaciones, regalos y dietas abultadas. Otras partidas no fueron aceptadas, como aquella de 1778 que fue empleada en la defensa de un pleito por los derechos de leñar y herbar en Belmonte. Tampoco aceptó muchos relativos a viajes y dietas. Como ejemplo, las 640 libras dadas a Joseph Serrano, juez comisionado por derechos y dietas de los 50 días que empleó en su trabajo, incluyendo el viaje de ida y vuelta a Madrid, 12 libras y 16 sueldos, cifra muy elevada que triplicaba la que cobraba un togado del tribunal del Real Consejo o de la Real Audiencia. Se rechazaron pagos injustificados, como los 200 sueldos al escribano Gaspar Dalmau por derechos y gratificaciones, relacionado por con un viaje que no hizo. El contador solicitó la devolución de 149 libras en este caso. Las 72 libras destinadas al coche del comosionado y del alguacil que venían de Madrid también fueron objetados, argumentando que el pueblo no estaba obligado a cubrir el costo del carruaje. Otras partidas rechazadas eran por el excesivo pago de intereses, muchos de ellos entre el 3 y el 10 por ciento. El 6 de noviembre de 1797, el contador sentenció que se devolvieran a los vecinos 3.983 libras y 16 sueldos. Sin embargo, la sentencia definitiva, dada en Zaragoza el 25 de junio de 1799, absolvió a todos los acusados.


    Artículo publicado en la revista Compromiso y Cultura nº112

viernes, 12 de enero de 2024

EL ASESINATO DEL ALCALDE DE CASTELSERÁS EN 1874

 



    La noticia del asesinato

    El 2 de agosto de 1874, el diario republicano federal madrileño La Igualdad publicó una escueta noticia sobre el rumor de la muerte de Pablo Lop, alcalde de Cstelserás, asesinado por los carlistas. Según constara en el sumario, su mujer con sus dos sirvientes por un lado y su hermano Pascual Lop, salieron a buscarlo sin hallarlo. El juez municipal mandó cortar las aguas del la Acequia Vieja para efectuar un reconocimiento, y en ella se halló el cadáver de D. Pablo Lop, con multitud de heridas por todo el cuerpo, incisas unas y contusas otras, de las cuales, una en la ingle y dos en la cabeza fueron calificadas de mortales.


    El cabecilla Gamundi ha dado órden para que en el Bajo Aragón cese el servicio de correos. También se asegura que el alcalde de Castelserás  ha sido muerto por los carlistas.


    Pablo Lop Bielsa, hijo de Domingo Lop y Antonia Bielsa, estaba casdo con Mariana Lis, tenía una hija, Antonia Lop. En 1873 compró el granero de la Diezma de La Codoñera, perteneciente a los Bienes de Propios, que había sido desamortizado y subastado. En 1874 era alcalde de Castelserás y capitán de voluntarios, elegido por los propios milicianos. Los carlistas se refrían a él como "El Churros". Tenía dos hermanos; Mariano Lop, hornero y voluntario carlista en la anteriores guerras, y Pascual Lop.

   Por esas fechas las patrullas carlistas se movían con libertad por el Bajo Aragón. Después del frustrado ataque a Teruel, los carlistas se trasladaron a Castelserás donde planearon el ataque contra Alcañiz que realizaron el 13 de ese mes. Tras el fracaso intentó en tomar la ciudad, las fuerzas carlistas se dispersaron pero continuaron dominando el territorio.

   En la correspondencia mantenida entre el general Lizárraga, comandante de las tropas carlistas de Aragón, el general Pavía, jefe del ejército liberal, en un intento por humanizar la guerra, éste en una carta fechada el 1 de septiembre de ese mismo año, reprochó a su adversario los desmanes que sus tropas habían cometido entre los cuales nombra el fusilamiento del alcalde de Castelserás.

   La instrucción del proceso

   El 7 de enero de 1875, el juez de primera instancia de Alcañiz, Juan Clemente Bernal, emplazó a:Manuel Tivor Gerona, alias Manolo el Trompeta, de Alcañiz; los corredores de Castelserás Tomás Royo Navarro y Cosme Tallarda Royo; Ramón Goñi Buñuel, hijastro del Escolano; José Sancho Sodric, alias Camarillas; los vecinos de Castelserás, Manuel Fontova Gargallo; Antonio Hernández Torrillas; Manuel Torrillas Albalate; Alejandro Valero Valero, hijo del Estudiante; Felipe Rebullida Ruiz de Ginebrosa; Vicente Espada, hijo de Miguel de Calanda, recaudador de contribuciones.

   El 11 de septiembre el juez de primera instancia de Alcañiz emplazó a Hipólito Oliveros y a Francisco Cebrián Barberán, en paradero desconocido. El juez determinó que cuatro personas participaron en el asesinato: Lorenzo Zurita Soler "Cureta", Francisco Cebrián Barberán, Hipólito Oliveros, que había fallecido; y un fugado Manuel Ballesteros. Los acusados que "lo llevaron secuestrado y que se jactaron, después de haber concurrido su muerte". El Promotor fiscal pidió para ambos la pena de cadena perpetua, y el Procurador de los procesados la libre absolución. Considerando que constituía un delito de homicidio, no concurrían circunstancias eximentes, atenuantes ni agravantes de responsabilidad, ni aun la alevosía. El 8 de septiembre el Fallo condenó a Lorenzo Zurita Soler y a Basilio Torres Carbó a la pena de 17 años de reclusión temporal en toda su extensión, indemnización de 8.000 pesetas a la viuda, Pascuala Monreal y Rulla y al pago por mitad cada uno a la mitad de las costas procesales.

   Los acusados

   Los encausados, soldados carlistas, pertenecían a la Ronda de Alcañiz que mandaba Nicolás Carceller, alias "El Seco de las Parras" con 70 infantes y 6 caballos. Su misión principal era el cobro de las contribuciones trimestrales, si era necesario empleando métodos coactivos. Se dividían en pequeños grupos, recorrían los pueblos del Bajo Aragón, situados a ambos lados de la carretera de Morella. Siempre iban acompañados por un recaudador que entregaba un documento con lo cobrado con el después debían acudir a liquidar en Cantavieja.

   Lorenzo Zurita Soler "Cureta", vecino del Mas de las Matas era hijo de José Zurita y de Rosa Soler, soltero de 27 años, labrador que sabía leer y escribir. En la primavera de 1878, el juez de primera instancia de Castellote acosó a Lorenzo Zurita del asesinato de José Calaf, portador de una parte del General Despujols, el primero de enero de 1875 en Castellote como miembro de la partida del Seco.

   Francisco Cebrian Barberán, alias Perero el del Batán, era vecino del Mas de las Matas, de 27 años. Había fallecido.

   Hipólito Oliveros, del Mas de las Matas, de 21 años en 1877, estatura regular, pelo castaño, ojos pardos; vestía pañuelo de seda a la cabeza, chaqueta de pana negra, calcillas azules, alpargatas miñoneras, era tartamudo. El 24 de octubre, el juez de Castellote requirió su presencia para acusarlo del homicidio de Francisco Gil, convecino suyo.

   Manuel Ballesteros Roy "Zapatero", era el jefe del 5º batallón carlista de la 1ª división de Aragón. Se ignoraba su paradero.

   La sentencia

   Los acusados fueron juzgados por la Sala de lo Criminal de la Audiencia de Zaragoza, por detención ilegal, hurto y asesinato de Pablo Lop. El 4 de mayo de 1877 se pronunció la sentencia que condenó a Lorenzo Zurita y Francisco Cebrián. El 1 de septiembre de 1877, el Tribunal Supremo de Justicia declaró no haber lugar al recurso de casación admitido de derecho que interpusieron los reos Lorenzo Zurita y Francisco Cebrián. El 1 de septiembre de 1877, el Tribunal Supremo confirmó la sentencia y remitió al Ministerio de Gracia y Justicia, el expediente para la conmutación de la pena de muerte dictada contra Francisco Zurita y Francisco Cebrián. Simultáneamente, el Ayuntamiento de Alcañiz y el diputado a Cortes por el distrito de Alcañiz, Francisco de Paula Giménez Gil (1877-1880), solicitaron la clemencia de Alfonso XII y de su madre, la reina Isabel II, para que indultara a los condenados.

   El indulto

   La ejecución estaba prevista en la Glorieta de Alcañiz el día 11 de octubre. Durante la tarde del día anterior corrieron insistentes rumores acerca de un posible indulto, los cuales no se vieron confirmados hasta la noche. La buena noticia fue comunicada de madrugada a los condenados. Alfonso XII había conmutado la sentencia de muerte por la de cadena perpetua. El cambió fue publicado en la Gaceta de Madrid del día 20 de octubre de 1877.

   El 18 de julio de 1874, completado por el de 29 de junio de 1875, el Gobierno publicó un decreto con las instrucciones para el embargo de bienes a los carlistas en armas. El destino de estos bienes era indemnizar a las personas perjudicadas por los daños sufridos, y pagar a los herederos de aquellos que hubieran sido. En la relación de auxilios provisionales acordados por el Consejo de Ministros en favor de los inútiles, huérfanos y desamparados con arreglo a los cuadros aprobados por Real Orden del 8 de julio de 1876, a Antonia Lop Lis, le fue concedido un auxilio provisional de 250 pesetas (Gaceta de Madrid del 14 de diciembre de 1877

   La causa del asesinato no estaba clara, pudo tratarse de alguna venganza personal originada en su etapa de recaudador. También pudo ser el resultado de una violencia causada por miembros de la Ronda de Alcañiz, que al mando del "Seco de las Parras", se encargaba de la recaudación de las contribuciones a ambos lados de la carretera de Morella. Como recaudador, debía conocer los nombres de los principales contribuyentes y quizás opusiera alguna resistencia a facilitar nombres o a pagar dichas contribuciones. Igualmente cabe la posibilidad de que lo mataran por su pertenencia a los Voluntarios de la República.



                                       MINISTERIO DE GRACIA Y JUSTICIA

                                                  REALES  DECRETOS

   Vista la copia certificada de la sentencia que pronunció la Sala de lo criminal del Tribunal Supremo en el recurso de casación admitido de derecho contra el fallo dictado por la Audiencia de Zaragoza en causa seguida á Lorenzo Zurita Soler y Francisco Cebrián Barberán, condenados á la pena de muerte por delito d asesinato.

   Considerando que los reos han dado pruebas de arrepentimiento:

   Teniendo presente lo dispuesto en el art. 29 de la ley provisional de 18 de junio de 1870, que dictó reglas para el ejercicio de la gracia de indulto:

   Oído el Tribunal sentenciador, y de acuerdo con el parecer de mi Consejo de Ministros.

   Vengo en conmutar la pena de muerte impuesta á Lorenzo Zurita Soler y Francisco Cebrián Barberán, en la causa de que ha hecho mérito, por la de cadena perpetua.

   Dado en Palacio á 10 de octubre de mil ochocientos setenta y siete. 


                                                                                                                  ALFONSO

                       El Ministro de Gracia y Justicia

                        Fernando Calderón y Collantes


Artículo publicado en la revista Compromiso y Cultura nº 109