domingo, 5 de julio de 2020

EL SORPRENDENTE REBROTE DE GRIPE EN 1920 EN LA CODOÑERA





      Primer brote, de marzo a julio de 1918:
    Este período coincide con el final de la 1ª Guerra Mundial. Se extendió rápidamente entre los contendientes, pasó las fronteras y afectó principalmente a las grandes ciudades.

     Segundo brote.
    Desde septiembre a diciembre de 1918. A primeros de septiembre, coincidiendo con el anuncio del próximo armisticio, empezaron a volver miles de migrantes que trabajaban por la causa aliada. Su retorno se hizo en condiciones deplorables, en su mayor parte mal alimentados y muchos enfermos. Se calcula que cerca de 40.000 obreros pasaron la frontera de Porbou en apenas 60 días y otros tantos por la de Irún. A esta vuelta se sumó el retorno de quienes habían participado en la vendimia francesa. Su entrada se hizo sin medida de control sanitario. Afectó tanto a las ciudades como a pequeños municipios del mundo rural, fue la causante del mayor número de víctimas a nivel mundial. En La Codoñera, la pandemia no fue tan letal como en la vecina Belmonte; fallecieron 8 personas entre los días 9 y 29 de octubre. Por el contrario, en el rebrote de 1920 morirán 18 personas.

    Tercer brote.
    De febrero a junio de 1919. No afectó a La Codoñera.

    Cuarto brote
    En el primer trimestre de1920.
    En una crónica mandada desde Alcañiz y publicada en el período La Vanguardia del 31 de enero leemos: ·"verdaderamente tiempo primaveral es el tiempo que hace a pesar de de estar en el mes que los fríos son fuertes; pues tan apenas amanece un día que haya escarcha, la recolección de la oliva está bastante adelantada." El día 9 de febrero reinó un frío intenso con vientos heladores del noroeste, pero el 12 volvió a ser primaveral alternando en las jornadas siguientes con cielos cubiertos. El día 17 la presión disminuyó y fue seguida de una bajada térmica acompañada de fuertes vientos y aguaceros, que el día 20 ocasionaron inundaciones en todo el litoral desde Castellón hasta el mediodía francés. Luego, el tiempo se mantuvo variable, con intervalos cubiertos y ligeras precipitaciones hasta el día 28 en hallamos la anotación de "sol ardiente y y temple más que primaveral de pleno estío". El tiempo primaveral se mantuvo hasta el 7 de marzo en que retomaron los temporales de lluvias, los fríos y las nevadas.
   Estos cambios bruscos de tiempo causaron numerosos catarros y facilitaron la expansión de la gripe por todo el territorio peninsular. Este episodio afectó a muchos niños menores de un año, carentes de inmunidad contra el virus de 1918.
   El número de afectados aumentó de forma alarmante el 26 de enero en Zaragoza, pueblos cercanos y Levante. En La Codoñera, el nuevo brote comenzó a finales de enero y tuvo su punto álgido durante el mes de febrero; en total murieron 18 personas. La primera baja fue el 7 de febrero cuando falleció una niña de 8 meses de edad por bronconeumonía. A esta, seguirán otras 17 hasta la última ocurrida el 29 de febrero. Los momentos álgidos ocurrieron los días 21 y 24 con tres fallecidos diarios.
   Todas las muertes se produjeron por complicaciones respiratorias ( 14 bronconeumonías ) y neurológicas ( 5 encefalitis ). Murieron 7 menores de 1 año de edad. Por sexos: 6 fueron mujeres y 12 hombres, sobre una población de 1.120 personas entre el 10 de febrero y el 8 de marzo ( 5 hombres y 3 mujeres ).

   Tradición oral en La Codoñera.
    La tradición oral conservó durante decenios el recuerdo de esta epidemia en La Codoñera. El abuelo de los autores de este trabajo, fue licenciado del Servicio Militar el 16 de febrero de 1920 en Barcelona y de inmediato emprendió el camino de regreso a su pueblo. Siempre recordó la impresión que le causó el triste tañido de las campanas al vuelo tocando a difuntos y las dificultades que encontró para entrar a su pueblo natal después de cuatro años de ausencia. Se le indicó que venía de un lugar contaminado y que podía ser portador de la enfermedad.
   Igual fortuna tuvieron las mujeres que volvían al finalizar sus trabajos de servir o de amas de cría en casas pudientes de la capital catalana. A unos dos kilómetros del pueblo, en los corrales de la partida de Las Balsas, se estableció el lugar de la cuarentena para quienes llegaban. A este lugar, cada día acudía la misma persona para llevar la comida. Junto al lavadero municipal, se construyó otro más pequeño para lavar ropa de los enfermos. La Junta de Sanidad mandó que se limpiaran y ventilaran las casas con vapores sulfóricos y lavados con lejía. Los fallecidos eran enterrados rápidamente sin ningún ceremonial. Si la muerte ocurría al atardecer, el cuerpo se transportaba sin ataúd, sobre un escaño a un carro y por las afueras del pueblo se dejaba en el cementerio para su sepultura al día siguiente. También corrió el rumor de algunos dudosos fallecidos en el momento de ser sepultados. Los muertos eran enterrados en una zanja y cubiertos con una capa de cal. Finalizada la epidemia, como en la calle de la Iglesia no hubo ninguna muerte, los vecinos acordaron construir una hornacina y poner la imagen de San Roque.

     Los Facultativos.
    Emilio Tello Muro fue el médico titular de La Codoñera entre 1907 y 1930, con residencia en la calle del Pilar 11. El farmacéutico, que preparaba las recetas fue Miguel Minguez Molins, nacido en 1891 en La Codoñera y que vivía en la calle Mayor 21. Estudió farmacia en la Universidad de Madrid durante los años de 1911 a 1916. Empezó a ejercer sus funciones en La Codoñera en el mes de enero de 1919 y trabajó aquí hasta el 31 de diciembre de 1925 en que se trasladó a Torrevelilla.

    Tratamiento.
    A lo largo de los 3 brotes epidémicos de la gripe de 1918, se consideraron muchas hipótesis sobre su etiología. Al no poder definir la causa de la enfermedad, se generalizó la opinión de que no se podía disponer de un medicamento específico contra ella, como reconoció la Real Academia de Medicina .
Se utilizaron antipiréticos, sudoríficos, tónicos, excitantes, baños purgantes, desinfectantes, sueros, aireación sana, dieta sana e incluso la sangría, adoptando cada médico su propia combinación terapéutica.
   En la sesión de la Real Academia Nacional de Medicina del 1 de julio de 1918, Baltasar Hernández Briz señaló que el tratamiento de la gripe debía consistir en la combinación de los"baños generales, la salipirina y la quinina como tónico; y todo esto precedido de un purgante, bien de aceite de ricino o bien los calomelanos". Entonces no existía la Penicilina para poder tratar las complicaciones posteriores: la gripe provocaba una disminución de la inmunidad y por lo tanto un empeoramiento de otras infecciones preexistentes que presentaba el paciente, que junto con las malas condiciones higiénicas existentes en aquella época, conducía a la aparición de infecciones mixtas difíciles de tratar que pudieran llevarlo a la muerte. Todo se solucionaba con la administración de analgésicos, antitérmicos, expectorantes, laxantes, estimulantes y sedantes, ya sea solos o en distintas combinaciones como jarabes, pociones y algunas fórmulas magistrales preparadas en la farmacia.
    El doctor Tello poseía su propia combinación terapéutica para el tratamiento de los enfermos, la cual mantuvo de forma casi constante, tanto en el inicio de la enfermedad como en sus complicaciones. Hemos podido recuperar un número importante de recetas conservadas en la antigua farmacia del farmacéutico Miguel Mínguez, 58 corresponden al mes de enero, en su mayor parte referidas a tratamientos tópicos y 143 del mes de febrero, cuando la gripe se manifestó con mayor fuerza. Su terapia se basó en la combinación de tres tipos de medicamentos: expectorantes, laxantes y antitérmicos. En cuanto al expectorante cabe señalar que, aunque iniciaba el tratamiento con un solo jarabe, habitualmente prescribía al mismo tiempo 2 o 3 de ellos que se administraban de forma alterna. Sobre los laxantes también hemos podido observar que con  frecuencia los cambiaba como en cada receta sucesiva. Son pocas aquella en las que prescribió sedantes, estimulantes o algún otro tipo de fármacos.
    los medicamentos empleados por Tello, según  su función terapéutica fueron:
   - Analgésicos - antitérmicos: Aspirina, Antipirina, Fenacetina.
   - Expectorantes: Jarabe de Madariaga, Jarabe de Tolú, Jarabe de codeína, Licor de brea, Sales de Nailui.
   - Laxantes: Aceite de ricino, Limonada purgante de citrato de maganesio, Magnesia efervescente, Calo menalos, Antimonio diaforético.
   - Sedantes: Bromuro de potásico, éter sulfórico y jarabe de azahar; Veronal en sellos, Jarbe amoniacal.
   - Estimulantes: Cafeína, Kermes minera, Cloruro de cocaína.
   - Antisépticos: Agua sublimada, Nitrato de Plata, Tintura de todo.
   - Alcalinos: Bicarbonato de sosa.
   - Tratamientos tópicos: Vaselina boricada, Glicerina fenicada, Vaselina bromada, Pomada de brea.
   Durante el mes de enero predominan los tratamientos tópicos que aparecen en 18 recetas (23,9 % del total de medicamentos prescritos). Le siguen los antitérmicos - analgésicos  en 13 recetas (14,13%) y los expectorantes en igual número y proporción. Si bien encontramos, la prescripción de antitérmicos, expectorantes y laxantes, en general son prescritos como medicamentos únicos durante la primera quincena del mes de enero. Después, empezó a probar combinaciones, en general un antitérmico con un laxante o con un expectorante; lo cual nos hace pensar en los inicios del nuevo brote gripal que realmente se pondrá de manifiesto a lo largo del mes de febrero. Los días de febrero con mayor número de recetas fueron el 6 (24), el 10 (18), el 11 (17), el 12 (23) y el 14 (9).
   Comparando los porcentajes de las prescripciones de estos dos meses, podemos apreciar una clara diferencia en los tratamientos y el claro predominio de los medicamentos utilizados para la gripe en el mes de febrero.

    Comparativa enero-febrero
    -Analgésicos-antitermicos:
    14,13 %- 19,87 %
    - Expectantes: 14,13 % - 36, 64 %
    - Laxantes: 10, 86 % - 23, 6 %
    - Estimulantes: 7,6 % - 3,1 %
    - Sedantes: 4,34 % - 5,59 %.
    - Antisépticos: 7,6 % - 5, 59 %
    - Alcalinos: 5,43 % - 0, 62 %
    - Tratamientos tópicos: 23,9 % - 3,72 %
      Otros medicamentos: 10, 86 % - 1,24 %

    El número de medicamentos en cada receta varía de 1 a 3. como se han conservado varias del mismo paciente, es posible seguir la evolución del tratamiento en días sucesivos. A  modo de ejemplo ver el caso de un enfermo del que disponemos de cuatro recetas:
   - Día 6: Aspirina en sellos, Jarabe de Tolú y codeína alternos.
   - Día 9: Lauterina con calomelanos.
   - Día  14 Jarabe de Tolú y jarabe de codeína alternos.


      Artículo publicado en la revista Compromiso y Cultura número 66
   


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