Los orígenes
Los hermanos Joaquín y Juan Antonio Fuster Pallarés descendían del pueblo de Zorita en Castellón, y pertenecían a una familia de carreteros. Juan Antonio Fuster vivía con su mujer Dominga Sabater y sus hijos José, Ramón y Domingo en la Avda. Bartolomé Estevan de Alcañiz. En 1931, su nombre figura en la matrícula industrial como poseedor de un carro de uso propio en el mismo domicilio. Dos años más tarde se le cita como constructor de carros. Domingo encontró empleo en las obras de construcción del ferrocarril de Val de Zafán.
En 1936, Joaquín Fuster Pallarés poseía la fábrica de hielo llamada "El Polo Norte". Sus sobrinos José y Ramón Fuster, fundaron en 1931 una fábrica de hielo en la carretera de Zaragoza.
Durante el bombardeo del del 3 de marzo de 1938, la residencia familiar quedó destruída y la familia fue a vivir a una masada hasta que acabó la guerra. En la carretera de la Estación se instalaría posteriormente la fábrica de gaseosas.
Durante el último año de la guerra, José, junto a dos amigos, puso una taberna en la Plaza de Santo Domingo donde vendían gaseosas y bocadillos a los soldados acantonados en la ciudad. Las ganancias fueron sustanciosas y permitieron a cada uno de ellos hacerse una casa. Tenían una camioneta que los soldados le confiscaron, pero al llegar al arrabal se les paró. Acudió José que pudo ponerla en marcha y recuperarla para el uso de la fábrica. En otra ocasión, durante la batalla del Ebro, mientras Franco estaba en Alcañiz, unos soldados fueron a buscar hielo y José les dijo que no había y por ello, no lo podía vender. Los militares enfadados replicaron que "si sabía a quién le negaba el hielo", a lo que respondió que "daba igual para quien fuera, que no estaba helado y no se lo podían llevar".
A principios de los años 40, los tres hermanos construyeron unas viviendas en la carretera de Zaragoza. Un zahorí llamado Ángel les señaló el punto dónde podían encontrar agua y a qué profundidad la hallarían, por lo que perforaron un pozo al que nunca le faltó el agua. Entre 1931 y 1966, al frente de la fábrica de hielo, se encontraban José y Ramón Fuster Zapater.
Las barras de hielo se llevaban a la estación envueltas en paja y se repartían por los pueblos del Bajo Aragón. Durante años, la gente iba con un cubo a comprar trozos de hielo para conservar los alimentos y tener bebidas frescas durante el verano. La fábrica trabajaba día y noche.
Polos y caramelos helados
Se dice que el primer polo fue inventado por casualidad en 1905 por un niño de once años, Fran Epperson, que vivía en la Bahía de San Francisco. Había preparado un refresco casero mezclando unos polvos concentrados de frutas con agua con un palo para removerlo. Llamado por sus padres, lo olvidó y lo dejó al aire libre. A la mañana siguiente, tras una noche muy fría, encontró el líquido congelado alrededor del palo. Hasta 1923 no patentó su invento. Los primeros polos en España fueron fabricados en Alcañiz en 1931.
Los polos se obtenían en unos moldes que se se sumergían en una piscina con agua salada y amoníaco. Empleaban sacarina en lugar de azúcar para evitar que se dañara la textura del hielo, un edulcorante llamado dulcina y esencias de diferentes sabores, vainilla, fresa, chocolate. Finalmente añadían un mango, que era un trozo de caña recogido en La Estanca. También se producían caramelos helados, obtenidos de la misma manera que el hielo, en unos tubos estrechos y largos que se llenaban con mantecado, leche, chocolate, fresa, etc. Se cortaban y se envolvían igual que los caramelos.
Espumosos La Siberiana
La fábrica de gaseosas empezó a funcionar después de 1948, primero en la Plaza Cabañero y luego pasó a la Carretera de la Estación nº 22. Para las gaseosas producían un jarabe obtenido con ácido cítrico, dulcina, sacarina y esencia de limón que se ponía en una botella a la que se añadía agua con ácido carbónico. La fábrica contrataba varias mujeres para trabajar durante el verano, antes de empezar la jornada laboral rezaban el Rosario. El reparto, se realizaba mediante un isocarro y luego con dos camiones, un Ford de color azul y un Mercedes verde. En la década de 1970 competía con la otra empresa alcañizana de gaseosas, La Pilarica.
También producían una bebida de cola, sifones y un refresco que se vendía bajo la marca La Colegiata, patentada en 1960. Los sifones se fabricaban añadiendo ácido carbónico al agua en una botella especial. Las colegiatas eran refrescos de limón o naranja con azúcar que se vendían en botellas de cristal que llevaban grabada la silueta de La Colegiata de Alcañiz que fueron muy demandadas. Del empleo de las esncias extraídas de las pieles de naranja y limones en los refrescos, surgió la idea de añadirlos a los polos. Su publicidad en la radio y a nivel de calle, hicieron muy popular una canción que decía:
Que rica es la Colegiata
Con buen aroma y mejor sabor
Todos la piden para beberla
Porque ya saben que es buen limón
¡Camarero, una Colegiata!
Desde 1956, La Siberiana colaboró en todos los certámenes deportivos que se celebraron en Alcañiz, principalmente en los concursos de pesca, ciclismo, fútbol, etc. y participó en la entrega de premios a los ganadores. La fábrica de gaseosas cerró en los primeros años de la década de los ochenta, mientras que la fábrica de hielo lo hizo poco antes del cambio de década.
En estos casi cien años de existencia de La Siberiana, se han vivido momentos duros. Durante la Guerra Civil sufrió daños durante el bombardeo aéreo de Alcañiz el 3 de maezo de 1938. El 21 de agosto de 1979, se produjo un robo en el almacén de bebidas de La Siberiana, propiedad entonces de Antonio Fuster y Amparo Fuster, en el que sustrajeron 13.000 pesetas. Pero el incidente más grave ocurrió el 19 de julio de 2014, cuando el almacén sufrió un aparatoso incendio al propagarse el fuego desde una finca rústica contigua por causa de las fuertes rachas de viento. Explotaron varios bidones y el almacén y su contenido sufrieron graves daños.
La tercera generación
Ramón tuvo dos hijos, Antonio y Amparo que continuaron la empresa. José tuvo tres hijas, María, Irene y Josefina que siguieron con la actividad empresarial hasta que se casaron. José, al retirarse, vendió su parte a su sobrino Antonio Fuster en 1966. En la actualidad es la tercera generación al frente de La Siberiana, dirigida por Inmaculada y Carlos Fuster, hijos de Amparo Fuster. La actividad empresarial se ha canalizado hacia el sector industrial que atiende a la hostelería (distribución horeca) en las comarcas del Mezquín, Matarraña, Bajo Aragón y Bajo Aragón Caspe.
Agrdecimientos:
Los autores agradecen la información prestada por María Jesús Fuster Buj y Rosa Senante Fuster, que ha permitido el redactado de este artículo.
Artículo publicado en la revista Compromiso y Cultura nº 117