martes, 17 de diciembre de 2024

CACIQUISMO Y RIVALIDAD POLÍTICA EN LA CODOÑERA DE 1904

 


    La Codoñera en los primeros años del siglo XX contaba con 1.351 habitantes, 693 hombres y 658 mujeres. Las comunicaciones en esos años eran muy malas, reducidas a caminos vecinales y de herradura. El pueblo contaba con una escuela de niños y otra de niñas, 3 carpinterías, 5 tiendas de comestibles, una fábrica de chocolate, cerería y blanqueo de cera, 5 molinos de aceite, 3 herrerías, 2 zapateros, 1 tejedor, 4 tratantes de ganado, 1 tienda de paquetería y quincalla, 2 tiendas de tejidos, 2 posadas. Un hospital de beneficiencia administrado por el cura párroco y el alcalde. Contaba también con un médico; 1 farmacéutico y 1 veterinario. La agricultura era la actividad principal del lugar, por lo que años seguidos de sequías y granizadas podían dar al trase con las cosechas de aceitunas, principal motor económico del pueblo. Cuando las cosechas eran malas, llegaba el descontento popular. Alrededor de los principales propietarios, se movían gran número de jornaleros que necesitaban completar sus magros recursos ofreciendo su trabajo. A ello se añadía el malestar permanente por el impuesto de consumos, que gravaba más a los consumidores de artículos de primera necesidad que a los objetos de lujo. Considerado como una injusticia social, provocó repetidos estallidos de violencia hasta que fue suprimido. El 17 de octubre de 1897, se produjo una de estas protestas colectivas en La Codoñera que afectaron a muchas poblaciones bajoaragonesas. La crisis venía de lejos y desde 1887, existía además, un importante flujo migratorio hacia las zonas industriales y de Ultramar. La devaluación monetaria tras la guerra de Cuba y la especulación en la distribución de granos en los mercados condujeron a nuevos motines por el encarecimiento de las subsistencias. Las clases pudientes aseguraban el orden social en la comunidad, en sus manos se hallaban el gobierno del ayntamiento y la justicia municipal al proponer los nombres de juez y fiscal municipal. Estos clanes trataban de conseguir todo el poder lo que ocasionaba rivalidades entre ellos, diferencias que fueron aprovechadas por los políticos cuando intentaban captar votos apoyándose en uno u otro bajo la promesa de conseguir para el lugar, la construcción de una carretera o de un embalse en el río Mezquín. La dependencia económica de los jornaleros representaba un clientelismo necesario en estos períodos electorales, lo que suponía una división del entramado social partidario del patrono o cacique y del partido al que pertenecía. Este estado de conflictividad no era exclusivo de La Codoñera, los motines por consumos, por el ferrocarril o contra las autoridades de localidades bajoaragonesas, aparecen con frecuencia en la prensa de la primera década del siglo XX.


    División política y social

    La polarización política del país en dos partidos: Conservador y Liberal tuvo su pequeño reflejo en La Codoñera, asignaba al distrito electoral de Valderrobres. El reparto de escaños entre ambos se mantuvo bastante equilibrado entre 1876 y 1898. Este período fue seguido de un cacicato conservador estable entre 1899 y 1907, y de otro de afiliación liberal entre 1910 y 1923. El conservador Salvador Bermúdez de Castro y O´Lawor, marqués de Lema, desde 1899 subsecretario del Ministerio de la Gobernación, controló los distritos de Valderrobres y Alcañiz.

    El industrial Pedro Molins Amela estaba bien relacionado con el partido conservador de Teruel y en particular con el marqués de Lema. Las familias Margelí y Pallarés formaban el núcleo del partido liberal. La división entre estos grupos creó una fuerte rivalidad entre los vecinos con vínculos afectivos, ideológicos o de trabajo de unos con otros. En los comicios de primeros de siglo, los votos de ambos partidos estaban muy igualados. Menudearon los fraudes electorales, la rotura de urnas y las riñas entre vecinos, en lo que se llegó a considerar una guerra local de partidos. Se ejercieron presiones sobre los votantes y amenazas de no pagar el jornal a quienes no votaran a su candidatura. El 10 de septiembre de 1902, hubo disparos y poco después se encontró muerta una mujer de un disparo en la cabeza. Fueron detenidos un guarda y un vecino. La noche del 8 de diciembre fueron detenidos tres vecinos. La tarde del 28 de diciembre de 1902, hubo un altercado en el ayuntamiento entre el secretario municipal Espada y Vicente Paricio que lo llamó embustero cuando acompañado de Ladislao Pallarés, quiisieron llevarse a la fuerza algunos documentos del archivo alegando éste último su calidad de alcalde en ausencia del titular. Poco después desaparecieron documentos del archivo municipal y del juzgado, que según el secretario, eran aquellos que habían sido reiteradamente solicitados por los concejales opositores al nuevo alcalde, Pedro Molins Amela. La presión que ejercieron sobre el secretario logró que fuera relevado de su cargo, aunque presentó un recurso de alzada contra la decisión. En la distancia, el marqués de Lema, fue informado del problema, prometió hacer valer su influencia para que el recurso no prosperara y lamentaba los hechos ocurridos por su poca vigilancia. El recurso sería olvidado y el secretario cesado.

   La noche del 9 de febrero de 1904, hubo una tentativa de robo en el Ayuntamiento, con testigos poco creíbles, uno de ellos el secretario. La Guardia Civil, por mandato del juez municipal detuvo a numerosos vecinos opuestos al alcalde Amela a quienes llevó al juzgado municicipal para ser interrogados todos ellos ante el secretario Espada. No se pudo descubrir al autor, ni se pudo demostrar que hubiera robo, por cuanto la caja con los fondos municipales se halló intacta. La nueva junta municipal declaró responsables de ciertas cantidades al alcalde Juan Manuel Margelí y al secretario accidental durante el período 1899-1901.

    Dos días más tarde, un centenar de vecinos enviaron una carta a los periódicos Heraldo de Aragón y El Progreso explicando el caciquismo que había en la localidad y las irregularidades que se habían cometido con el supuesto asalto. Los firmantes representaban la tercera parte de los votantes de la población, entre ellos el médico José Tello y los propietarios Juan Manuel Margelí, Ladislao Pallarés, Tomás Molins Margelí y Tomás Lorenzo.

    La madrugada  del 26 de marzo de 1904, se halló muerto en la calle Albellones a José Secas Sancho, de 17 años, con un tiro en la cabeza y otro en el pecho. El Eco de Teruel del 29, dio otra versión: "Por razones que se ignoran, los guardias municipales de La Codoñera, Pedro Velilla y José Blasco, tras mantener una breve conversación con el vecino José Secas Sancho, le dieron muerte con sus espadas; no contentos, le machacaron la cabeza con las tercerolas que llevaban, los cuáles se rompieron en dicha operación". Uno de los guardias fue condenado y murió en la cárcel en extrañas circunstancias. Sin embargo, la tradición oral aseguró que el asesino era el guardaspaldas y hombre de paja del alcalde, que en ese momento paseaba con el guarda.


    La  mediación de hombres buenos

    En los días siguientes se fueron caldeando los ánimos y el 3 de abril, el alcalde Pedro Molins Amela escribió a Juan Pío Membrado y Mariano Angosto de Belmonte para que mediaran entre los vecinos. El párroco se declaró impotente para poner orden en el pueblo y reconocía  su nula influencia sobre el vecindario. El 9 de junio, una comisión formada por seis belmontinos redactó un manuscrito de 25 páginas titulado "Mensaje para Codoñera", con su propuesta para acercar posiciones. El documento destacó cinco puntos principales y sus posibles soluciones:

1º Una desgracia personal en la que actuarían los tribunales.

2º Un presunto asalto a las Casas Consistoriales. Dado que las pesquisas policiales no lograron descubrir al autor ni se pudo demostrar la existencia del delito, proponían olvidar el tema.

3º Una presunta distracción de fondos del municipio. Consideraban que no hubo beneficio de nadie en particular, sólo irregularidades derivadas de la complejidad administrativa, sin responsabilidad criminal.

4º Unos empleados municipales que no gozaban de la confianza de todos los vecinos. Proponían nombrar dos personas competentes que examinaran la documentación y se repartiera el daño en dos mitades, una a cargo de los infractores y otra costeada por el vecindario.

5º Un Ayuntamiento que no satisfacía a todos por ser hijo de unas elecciones realizadas en plena lucha. Proponían declarar vacante el cargo de secretario y nombrar otro de forma temporal elegido por consenso o por la Comisión.

    Siendo las elecciones municipales, el momento que más excitaba las pasiones y de mayor riesgo para romper la concordia, sugerían que antes del plazo para la votación, se colocaran en una urna diez papeletas con los nombres de los principales propietarios que elegirían los cargos de Alcalde, Juez Municipal y un Concejal. Una segunda urna, que nombraría un concejal y una tercera urna a otro, según su capacidad económica.

    La comisión hizo un alegato para respetar las opiniones contrarias, votadas democráticamente y apremió a las mujeres  para que ayudaran a apaciguar los ánimos de los hombres dispuestos a pelear por defender a toda costa sus ideas. Se instó a superar las diferencias y juntar los esfuerzos para pedir del gobierno central la construcción de caminos, teléfonos, escuelas primarias y de agricultura, respeto a los ayuntamientos y libertad para administrarlos. El 7 de julio, la Comisión, después de constatar que los dos bandos habían propuesto rectificaciones a todos los puntos y al "...no existir ningún género de ilusiones", dio por terminado el trabajo.

   Pedro Molins Amela continuó como alcalde hasta su fallecimiento en 1910. A partir de esa fecha, se impuso el partido liberal. Ricardo Pallarés, hermano de Ladislao, pasó a ser nuevo alcalde.


   Artículo publicado en la revista Compromiso y Cultura nº120





    


    

   

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