Durante la primera guerra carlista los mandos del ejército liberal se quejaron de las enormes dificultades que tuvieron para llevar los transportes de vituallas y los trenes de artillería a través del abrupto relieve del Maestrazgo. Cuando sólo se trataba de pequeñas columnas, al igual que les pasaba a los carlistas, se anduvo por senderos y caminos de herradura; pero cuando se plantearon los asedios a las plazas fuertes, principalmente a la de Morella, hubo que habilitar los caminos para adaptarlos a las nuevas necesidades. En la Guía General de Correos del año 1830, se mencionan los itinerarios que comunicaban mediante carruajes, las ciudades de Alcañiz y Monroyo, cuya distancia es coincidente, 11 leguas. El primer itinerario iba por Monroyo: de Alcañiz a Valdealgorfa había 2 leguas, otras 2 a Belmonte y 2 más a Monroyo, 2 más a La Pobleta de Monroyo y 3 hasta llegar a Morella. El otro camino era por Calanda: 3 leguas a Monroyo, 2,5 hasta Aguaviva y 5,5 más para Morella.
En julio y agosto de 1836, el general Marcelino Oraá empleó el camino de Castelserás a Torrevelilla, la Cañada y La Cerollera para llevar su tren de artillería y suministros al sitio de Morella. Luego, tras fracasar el asedio, tuvo que retirarse por el mismo camino. Cabrera movió su limitada artillería contra Calanda y Alcañiz, empleando el esfuerzo de los prisioneros liberales a quienes obligó a trabajar en la carretera de Morella, camino que luego se vio en la necesidad de destrozar para evitar que fuera empleado por sus enemigos. Espartero, con un ejército mucho más numeroso. empleó a los ingenieros militares para suavizar las fuertes del camino de Morella en la primavera de 1840, al tiempo que situaba fuerzas en Valdealgorfa y en las ermitas de Fórnoles y de La Consolación para proteger el paso de los convoyes.
La carretera de Aragón ha recibido diferentes nombres con el paso del tiempo, Camino de Monroyo (1839), Camino de Aragón (1840), Carretera del Maestrazgo (1840), Carretera de Castellón (1852), Carretera de Morella (1852), etc. En julio de 1840, el diputado aragonés Ramón María Temprado, planteó la necesidad de construir un camino militar que evitara los males que habían sufrido en la última guerra para ir desde Castellón de la Plana por Morella hasta Zaragoza. Se proyectaron dos carreteras, una de Morella a Vinaroz, que fueron publicadas en la Gazeta de Madrid del 2 de enero de 1842. Entre 1846 y 1849 surgieron nuevas partidas carlistas en el Maestrazgo (Segunda Guerra Carlista). El general Villalonga, consciente de las dificultades para moverse por la zona, fue uno de los principales impulsores del proyecto de carretera entre San Mateo y Alcañiz. Las obras comenzaron el 15 de febrero de 1847 por el tramo entre Sant Mateu y Morella, dirigidas por los ingenieros militares José Gómez Ortega y Tomás Enguinados, lo que permitió dar empleo a varios centenares de jornaleros sin trabajo y evitaron así alteraciones del orden público. La Revista Militar de octubre de 1848, se interesaba en habilitar un camino militar de Morella Alcañiz por: el Estrecho de Portes, La Pobleta de Monroyo, Monroyo, ermita de la virgen de la Consolación, Venta de la Ramona, barranco de Val de Luna, Virgen de Fórnoles, Valdealgofa, masía de Blanca, Cruz de los Moros y Alcañiz. Una de las principales dificultades del trazado era el barranco de Luna, por su fuerte pendiente que debería suavizarse por la falda de la montaña. Luego el camino seguía muy llano por la divisoria de aguas entre los ríos Mezquín y Matarraña. Opinaban los ingenieros, que este camino era preferible a la alternativa de ir por La Cerollera, la Venta de la Cañada y Castelserás. Existía un tercer itinerario que iba por el antiguo camino de La Cerollera por Belmonte, La Codoñera y Torrecilla. Sin embargo, estas dos últimas alternativas, aunque salvarían el obstáculo del barranco de Luna, obligaban a pasar por el barranco del Moro o por el barranco de La Mina, atravesando un terreno muy áspero, y a renunciar al buen camino que se venía después del Barranco de Luna hacia Alcañiz, que al igual que los demás, había sido recompuesto por Espartero. Por la vía propuesta, el tiempo necesario para ir de Morella a Alcañiz, se reducía a 15 horas. En 1847 se trabajaba en el camino de Castellón a Alcañiz, a cargo del coronel de ingenieros Tomás Lopera. El 14 de enero de 1852, una Real Orden declaró de primer orden a la carretera de Castellón a las Ventas de Valdealgorfa. En 1852 se publicó el Itinerario Topográfico de Castellón a Alcañiz y de Vinaroz a San Mateo, por los capitanes Vicente Alcalá del Olmo y Carlos Prendergast, del Cuerpo del Estado Mayor.
En el segundo semestre de 1855 estaban trabajando en el trozo de carretera que finalizaba en Monroyo, 11 brigadas, 10 sobrestantes alistadores, 70 capataces, 2 carpinteros, 2 herreros, 1.434 peones y 7 canteros, auxiliados con 6 carros y 9 acémilas. La carretera se ajustó al terreno escarpado que evitó el transporte de tierras, aunque a costa de forzar el trazado a numerosas curvas. En junio de 1859 se subastó el tramo de carretera entre Monroyo y el límite de provincia, último que faltaba. La carretera de Castellón a las Ventas de Valdealgorfa, fue declarada de primer orden por Real Orden de 14 de enero de 1852, pero el Plan General de Carreteras de 1864 la declaró carretera de segundo orden.
Según el Itinerario Descriptivo Militar de España, publicado en 1846, la distancia entre Morella y Alcañiz era de 70,5 Km dividida en tres etapas de marcha ordinaria. La primera hasta Monroyo de 31,5 km, la segunda hasta Valdealgorfa de 29, 5 km y la tercera de 9,5 km hasta Alcañiz. Desde Monroyo, el terreno descendía lentamente y a los 8,5 km cruzaba el barranco de Val de Luna, para ascender con fuerte pendiente y salvar en 10 km las alturas que limitaban el curso del barranco. El descenso era más suave por un terreno cortado por gran número de barrancos que desaguaban en el río Guadalope. A 16,5 km a la derecha, se pasaba por la ermita de Ntra. Sra. de Fórnoles. La carretera corría por un terreno ligeramente ondulado hasta el km 29, 5 donde enlazaba con la de Alcolea del Pinar, y luego por ella hasta Alcañiz.
Los temporales estropeaban el camino al cortar puentes y alcantarillas. Al inicio de la Tercera Guerra Carlista, a finales de noviembre de 1873, el capitán general de Aragón, no pudo pasar de Monroyo con su artillería rodada por el mal estado de la carretera y las espesas nieblas que ocultaban las montañas. Los carlistas bloquearon, en 1874 y 1875, la plaza de Morella. Desde Alcañiz los convoyes enviados debían remontar el barranco de Val de Luna, donde la partida volante del Seco de las Parras estaba permanentemente instalada y registraba a los viajeros exigiendo un peaje. En los meses de abril y mayo de 1874, Cucala desde Valjunquera dominaba el tránsito entre Monroyo y Alcañiz. En septiembre del mismo año, destrozaron los puentes y alcantarillas de la carretera y entre Monroyo y La Pobleta se abrieron zanjas y trincheras para impedir el paso de los carros. En mayo de 1875, el alcalde de Castelserás fue obligado por los carlistas a mandar 80 hombres y 20 caballarerías para destruir los puentes y obras de la carretera de Morella en el paraje de la Val de Luna, labor que prosiguieron en La Pobleta, pero no pudieron evitar el paso del convoy de socorro del general Despujols, a pesar de lo expuesto del terreno
En los primeros años de la década de 1900, los carruajes tirados por mulas empezaron a se sustituidos por vehículos a motor, que causaban espanto entre los viajeros ante el estado de la carretera con sus precipicios y fuertes pendientes. Durante la Guerra Civil, a finales de marzo de 1938, el frente de guerra entre las tropas republicanas de Líster y Tagüeña, y el C.T.V. italiano, se estabilizó durante dos semanas a lo largo de esta carretera, frenando el avance de las tropas franquistas hacia el mar y consiguiente división del territorio republicano. La carretera fue bombardeada por la aviación italiana, principalmente los nudos de las Ventas de Valdealgorfa y Fórnoles. La ocupación del estratégico cruce de Las Ventas, procedida de intensos combates, obligó a los republicanos a mover sus fuerzas por la carretera de Fuentespalda. También forzó a los refugiados que huían del paso del frente en dirección a Cataluña a marchar hacia Castellón y Valencia. Entre 1945 y 1953, los maquis venidos de Francia aprovecharon esta vía para internarse en el Maestrazgo. Como resultado del enfrentamiento, las autoridades militares forzaron el abandono de las masías y ventas que jalonaban la carretera. Se repetía el mismo esquema de actuación empleado desde el final de la primera guerra carlista, con la diferencia de que éstas ahora ya no volverán a ser habitadas.
Desde 1900 se empezó a trabajar en la adaptación de la carretera a necesidades de los nuevos tiempos. Tras 25 años de incidencias, en 2019 se inauguró oficialmente, reduciendo el tiempo empleado para viajar a de Alcañiz a Morella a unos 40 minutos frente a los 60 minutos anteriores a las obras. La construcción del viaducto de Val de Luna, con sus 800 metros eliminó 17 curvas peligrosas, causa de muchos accidentes. La mejora de la movilidad abre nuevas posibilidades económicas y turísticas para la región, aproximándola al Mediterráneo y suprimiendo el aislamiento que durante siglos padeció.
Artículo publicado el revista Compromiso y Cultura nº 108